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Durante su niñez, cuando se despertaba en las mañanas, la primera estampa que Daniel Lind-Ramos veía, era la misma: su abuela cosiendo en un rincón de la sala, su mamá tejiendo en otra esquina, su tío tallando máscaras y, en el balcón, otro tío, trabajando en la ebanistería.
Durante su niñez, cuando se despertaba en las mañanas, la primera estampa que Daniel Lind-Ramos veía, era la misma: su abuela cosiendo en un rincón de la sala, su mamá tejiendo en otra esquina, su tío tallando máscaras y, en el balcón, otro tío, trabajando en la ebanistería. (Xavier García)

Loíza - Durante su niñez, cuando se despertaba en las mañanas, la primera estampa que Daniel Lind-Ramos veía, era la misma: su abuela cosiendo en un rincón de la sala, su mamá tejiendo en otra esquina, su tío tallando máscaras y, en el balcón, otro tío, trabajando en la ebanistería.

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