Tras su concierto en San Juan, Alejandro Sanz se presentará en otras 11 ciudades de Estados Unidos.
Tras su concierto en San Juan, Alejandro Sanz se presentará en otras 11 ciudades de Estados Unidos. (Nahira Montcourt)

Todo fanático de la música conoce o ha protagonizado alguna historia relacionada con las cámaras que persiguen a la audiencia de los espectáculos artísticos. Unos han quedado en la llamada “zona de amigos” frente a todos por culpa de la popular “kiss cam”, otros han sido descubiertos en medio de una travesura y algunos fueron sorprendidos mientras cantaban de forma incorrecta una canción, a pesar de que se trataba de su artista favorito.

Este mismo lente, por otro lado, ha captado los momentos más importantes en la vida de muchísimos fanáticos y artistas: desde propuestas de matrimonio hasta el rostro de orgullo de unos padres que ven brillar a su hijo en el escenario.

Anoche, un aparato digital similar capturó la llegada del cantante y compositor español Alejandro Sanz, quien reunió a un grupo de fanáticos en el Coliseo de Puerto Rico José Miguel Agrelot. La velada no necesitó preámbulos, códigos de vestimenta ni montajes llamativos. El público que acudió a la cita tenía un solo objetivo: cantar hasta el cansancio con quien ha vendido más de 25,000,000 de copias a nivel mundial en sus 35 años de carrera.

El madrileño de 54 años tampoco estaba para comer cuentos. Justo a las 8:50 p.m., sin esperar por nadie, comenzó el “show”, el primero de la segunda y última parte de “Sanz en vivo”. Un corto, pero revelador material audiovisual, demostró que el ganador de 24 Grammy Latino lleva “ajora’os” a los hombres menores que él , como dicen. El video, que no duró más de dos minutos, también supuso un recorrido visual por los varios tatuajes con los que han marcado su piel.

La cita, que abrió con el éxito “No es lo mismo”, fue de carácter íntimo. Alejandro Sánchez Pizarro, nombre de pila del también ganador de cuatro premios Grammy, solo acomodó fanáticos hasta el nivel principal del recinto.

El español de pelo canoso apareció vestido con un traje rosa, gafas oscuras y actitud, mucha actitud. Parte del público, en su mayoría mujeres, se paró simplemente para contemplarlo.

“Lo que fui es lo que soy” y “Quisiera ser” prepararon a los presentes para el primer popurrí de la noche. De hecho, después de ayer, Sánchez visitará 11 ciudades más de Estados Unidos para completar la gira que inició en su tierra natal, con 17 conciertos totalmente vendidos.

Antes de seguir, el hijo adoptivo de la ciudad de Cádiz presentó a la banda de casi una docena de músicos que hicieron del concierto el suyo también. “El alma al aire”, “Regálame la silla donde te esperé” y “Hoy llueve” conformaron el “medley”.

“¿Cómo están? ¿Todo bien? Bueno, Puerto Rico, este es su concierto. Les quiero mucho. Disfruten de este ‘show’ porque es suyo. Nosotros estamos felices de iniciar la última etapa de esta gira, pero con todo el amor del mundo y, nada, estamos para lo que ordenen”, expresó el cantante a modo de saludo.

Alejandro Sanz, quien en su discografía ha experimentado, buscado y acomodado diferentes estilos musicales, se mostró sonriente en todo momento. Sin embargo, para los temas “Desde cuándo”, “Deja que te bese” y “La fuerza del corazón” cantó con tanta intensidad que encendió el ambiente al igual que las llamas de fuego que iluminaron la pantalla digital.

Una de las maravillas del artes es que funciona para canalizar emociones y sentimientos. Algo similar sucedió una vez el tenor cantó “Cuando nadie me ve”. “Puerto Rico, pa’ fuera lo malo”, exclamó en tres ocasiones.

Inmediatamente, quien ha colaborado con grandes de la música como Camila Cabello, Residente y Nicky Jam, confesó que el siguiente número musical “es una de esas canciones que no he escrito yo, pero me hubiera encantado”. Así, la audiencia recibió el tema “Contigo”.

De vuelta al asunto de las cámaras ocultas, un fanático boricua se convirtió en uno de los más aplaudidos de la noche luego de ser captado en medio de la interpretación. Su pasión y entrega fue tanta que la cámara, como casi nunca sucede, viró, y lo volvió a ponchar.

Alejandro Sanz, con una sonrisa de medio lado, aprobó el momento. Al final, el hombre obedeció su mandato, fue a disfrutarse el repertorio.

“Looking for paradise” incluyó la voz de una de las coristas del español. En el fondo, aparecieron imágenes del video original de la canción que es interpretada por Alicia Keys.

Justo cuando los niveles de intensidad estaban en su punto más elevado, “Corazón partío” anunció el fin del concierto que, aunque fue corto, le dio a los presentes la dosis que necesitaban del artista. En esta ocasión, en el estadio dedicado a las artes no imperó el ambiente bullicioso que se experimenta con regularidad.

Los aires que se percibieron fueron distintos, como de romanticismo, solemnidad y complicidad. Ese tipo de conexión solo se logra cuando la relación que existe entre ambas partes es genuina y constante.

El anfitrión, quien reconoce en cada oportunidad que su talento es una herencia de su padre, Jesús Sánchez Madero, permaneció en el escenario para, de forma acústica, deleitar con “Viviendo de prisa”y “Lo ves”. Como un acto de negación a la idea de acabar el espectáculo, el astro regaló un segundo popurrí. De esta manera, “Mi soledad y yo”, “Y si fuera ella“ y “Ese último momento” fueron coreadas de principio a fin por el público.

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