

26 de noviembre de 2025 - 11:10 PM


Aun con derroches de grandilocuencia y erupciones caricaturescas postmodernas, el nuevo misterio de “Knives Out” de Rian Johnson es totalmente irresistible. Con “Wake Up Dead Man: A Knives Out Mystery”, el tercer misterio que tiene a Daniel Craig como el detective Benoit Blanc que tiene un estreno limitado en cines esta semana, el cineasta reafirma su dominio del género del misterio de asesinato. La ejecución de la trama es magistral. Junto con varios momentos inesperados de profundidad emocional, retos filosóficos y humor sagaz y tajante.
Lo que sí resulta sorprendente y un chin decepcionante en esta ocasión es que Johnson está tan enamorado de las grandes ideas que propulsan este misterio central que le dedica menos tiempo al grupo de sospechosos fascinantes que ha creado para el crimen que detona la trama. El que estos sean interpretados por Josh O’Connor, Glenn Close, Jeremy Renner, Kerri Washington, Andrew Scott, Cailee Spaeny y Thomas Hayden Chuch los eleva instantáneamente y los posiciona con múltiples contradicciones.
La combinación de talento actoral y el ingenio del guion crea la impresión de que cualquiera de estos personajes podría ser el protagonista de su propia serie o película. De los tres filmes de “Knives Out”, esta es la primera ocasión donde tener más de este grupo hubiera sido más efectivo que algunos de los riesgos expresionistas que casi descarrilan el clímax del filme, el momento en que Blanc le da todas las piezas del rompecabezas al espectador.
Si el filme anterior lidiaba con cómo se define el éxito y la diferencia de clases ponen a prueba la amistad, “Wake Up Dead Man” construye su misterio alrededor de un conflicto teológico. El Monseñor Jefferson, interpretado por Josh Brolin, representa la urgencia de regresar a la furia del Viejo Testamento. Mientras que el sacerdote novato, que interpreta O’ Connor, se aferra a la filosofía cristiana del nuevo testamento. Gran parte del ingenio del libreto de Johnson es todas las formas en que logra que este conflicto funcione en un contexto moderno. El primer acto de malabarismo del libreto es entrelazar esto con el misterio principal.
Durante el sermón de Viernes Santo, el Monseñor es asesinado brutalmente en su propia iglesia y toda la congregación parecen estar implicados. El sospechoso principal es su sacerdote asistente que se ve obligado a reclutar los servicios de Benoit Blanc (Craig) para probar su inocencia. El misterio se enreda y se desenreda con varias crisis de fe, escándalos familiares inesperados y una “resurrección milagrosa” que dispara más asesinatos.
Cabe la posibilidad de que hasta el momento este sea el misterio más fácil de descifrar. De la misma forma, “Wake Up Dead Man” es el filme más ambicioso de esta serie. La forma en que la cinematografía de Steve Yedlin expresa la jornada emocional del Sacerdote Judd (O’Connor) es hermosa. En contraste, cuando se intenta hacer lo mismo con un momento de introspección de Blanc el momento es mucho más pretencioso. Este tipo de falla es suavizada por el alto nivel de inteligencia del libreto y lo divertido que es el trabajo de todos los actores. La distinción de MVP en este elenco se la pelean Broslin, Close y O’Connor, mientras que Washington y Mila Kunis logran maravillas con los personajes más unidimensionales.
Sería fácil asumir que Rian Johnson podría seguir haciendo una docena de estos misterios, pero la forma en que usa a su Detective en esta ocasión indica lo contrario. Lo que una vez fue peculiar e interesante de este personaje se ha convertido en una convención obligatoria. No hay duda de que Craig se sigue divirtiendo, pero esto parece estar destinado a tener una fecha de expiración.
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