

24 de agosto de 2025 - 11:10 PM
La mayoría de nosotros pasamos aproximadamente un tercio de nuestra vida en la cama. Dormir no es solo un tiempo de descanso, es esencial para el funcionamiento normal del cerebro y la salud en general.
Y aunque a menudo nos centramos en cuántas horas dormimos, la calidad del entorno en el que lo hacemos también es importante. Una cama limpia y acogedora, con sábanas aseadas, fundas de almohada suaves y mantas frescas, no solo es agradable, sino que también favorece un mejor descanso.
Según una encuesta de YouGov de 2022, solo el 28% de los británicos lava las sábanas una vez a la semana. Un número sorprendente admitió que las dejaba mucho más tiempo; algunos dijeron que esperan hasta ocho semanas o más entre lavados.
Analicemos lo que realmente ocurre en nuestra cama cada noche y por qué lavarla con regularidad es más que una simple cuestión de higiene.
Cada noche, mientras dormimos, desprendemos cientos de miles de células de la piel, excretamos aceites de nuestras glándulas sebáceas y sudamos hasta medio litro de líquido, incluso si nos duchamos justo antes de acostarnos. Nuestra piel alberga millones de bacterias y hongos, muchos de los cuales se transfieren a las sábanas, almohadas y edredones cuando nos movemos durante la noche.
Ese sudor fresco puede ser inodoro, pero las bacterias de nuestra piel, en particular los estafilococos, lo descomponen en subproductos malolientes. Esta es a menudo la razón por la que nos despertamos con olor corporal, incluso si nos acostamos limpios. Pero no se trata solo de microbios. Durante el día, nuestro cabello y nuestro cuerpo acumulan contaminantes, polvo, polen y alérgenos, que también pueden transferirse a la ropa de cama. Estos pueden desencadenar alergias, afectar a la respiración y contribuir a la mala calidad del aire en el dormitorio.
Las escamas de piel que desprendemos cada noche se convierten en alimento para los ácaros del polvo, unos seres microscópicos que proliferan en la ropa de cama y los colchones cálidos y húmedos. Los ácaros en sí mismos no son peligrosos, pero sus excrementos son potentes alérgenos que pueden agravar el eccema, el asma y la rinitis alérgica.
Los hongos también encuentran su cama atractiva. Algunas especies, como el Aspergillus fumigatus, se detectaron en almohadas usadas y pueden causar infecciones pulmonares graves, especialmente en personas con el sistema inmunitario debilitado.
Si duerme con mascotas, la fiesta microbiana se anima aún más. Los animales introducen pelo, caspa, suciedad y, a veces, restos fecales en las sábanas y mantas, lo que aumenta la frecuencia con la que debemos limpiarlas.
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