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Desde que era una niña, a María Cabanillas le interesaron las ciencias y la medicina. Algo que parece natural cuando se tiene a un padre como el reconocido oncólogo Fernando Cabanillas, a quien a veces acompañaba al hospital junto con su hermana, un ambiente que la cautivó desde un principio. Pero, a los 16 años, dio un giro de 180 grados y les dejó saber a sus progenitores que ya no quería ser doctora, quería pintar y convertirse en una artista famosa, cuenta la hoy endocrinóloga, profesora y directora de la facultad de investigación clínica del Departamento de Neoplasia Endocrina de MD Anderson Cancer Center, de la Universidad de Texas.