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Hay llantos que conmocionan, que llegan al alma y marcan sucesos sin precedentes como aquel llanto que irrumpió a las 4:36 p. m. en una sala hospitalaria de Puerto Rico, el 22 de febrero del año en curso. Fuerte e imponente, como la mejor señal de vida, se dio la llegada de ese bebé anhelado, soñado y aclamado por Andrea Paola Pica.