

24 de septiembre de 2019 - 6:00 AM
Me confieso. Uno de los códigos del manifiesto del proletariado -al que yo me he suscrito voluntariamente- es que una vez terminas de pagar tu auto, disfrutas de la libertad de tener una mensualidad menos… por un tiempo. Y en mi caso, ese paréntesis autoimpuesto se ha extendido ya por más de una década. Por eso, cuando me vi frente al volante de una despampanante Porsche Macan 2019, con su escudo del caballo encabritado, refinado fondo dorado, entre rayas de rojo y negro y un gran tablero con más de 20 botones, me invadió el estupor y la fascinación que provoca una marca de culto. Así que mi reacción instintiva fue cruzarme de brazos y preguntarle despavorida al empleado del dealer (con camisa blanca de manga larga y yuntas incluidas), "¿Pero cómo es que arranca esto?".
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