En la letanía de frases descriptivas que se han aplicado – y que pueden aplicarse – a Lady Gaga, hay una fácil de obviar: neoyorquina. La diosa del pop y oriunda de Upper West Side sacó a relucir completamente esa característica el 21 de noviembre, mientras hablaba sobre la ciudad y las fiestas navideñas en una entrevista ofrecida a Women’s Wear Daily en medio de la mercadería Technicolor de Gaga’s Workshop, la boutique del quinto piso de Barneys que es su propia interpretación de la rutina neoyorquina de Navidad. Luciendo un vestido Chanel muy largo, impávida ante las caricaturescas instalaciones que la rodeaban (diseñadas por Eli Sudbrack y Christophe Hamaide Pierson, de Assume Vivid Astro Focus), Gaga exhibió lo que sólo podría calificarse como el más sincero aprecio por la temporada navideña, interrumpida por el sorbo ocasional a su taza de té. Las clientas que quieran una taza como la suya pueden encontrar una versión mejorada por Swarovski de 695 dólares en el departamento de accesorios del taller; también hay una versión no enjoyada de 65 dólares (respetando el espíritu de la temporada, 25% de todas las ventas se destinarán a su iniciativa contra el bullying, la Fundación Nacido Así).