A pesar que de que no existen estadísticas oficiales que reflejen la magnitud con que son aplicadas, luego de dos vistas públicas en el Senado quedó claro que las llamadas terapias de conversión ocurren en Puerto Rico, hacen daño a sus víctimas y, según los proponentes del Proyecto del Senado 184 (PS-184), su aplicación debe ser prohibida, al menos en lo que concierne a profesionales de la salud.