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Arturo Massol indicó que “tengo mucha esperanza (de alcanzar el 100%de energías renovables), pero no porque esa ley exista. La transformación ya se inició”.
Arturo Massol indicó que “tengo mucha esperanza (de alcanzar el 100%de energías renovables), pero no porque esa ley exista. La transformación ya se inició”. (Vanessa Serra Díaz)

Cuando en 1999 Casa Pueblo, la organización de activismo comunitario de la cual Arturo Massol es hoy el principal portavoz, instaló energía solar en su sede en Adjuntas, la tierra no tembló.

Era, cuenta Massol en su nuevo libro, “Democracia y energía: desafiando la economía de los combustibles fósiles por un país propio”, un modesto sistema fotovoltaico que apenas producía el 5 al 10% de la energía que necesitaba la estructura a un costo exorbitante: $800 cada panel.

“Pero lo fundamental”, escribe Massol, “se logró, es decir, comenzar a independendizarnos de la configuración monopolista basada en la economía de los fósiles, experimentar con tecnología, adaptarnos al cambio y establecer una estación educativa sobre la alternativa solar”.

Veintitrés años después, el mundo es otro. La Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) se desplomó tras décadas de politización e incompetencia. El sistema eléctrico, cuya fase de distribución fue privatizada el año pasado con la contratación de LUMA Energy, colapsó tras el paso del huracán María en el 2017 y pasarán años en lo que vuelve a ser confiable.

Y, al mismo tiempo, las tecnologías de energía de fuentes solares avanzaron a tal velocidad que son hoy bastante accesibles, que Casa Pueblo y buena parte de Adjuntas funciona con energía solar e incluso hay estudios que dicen que en la isla hay la posibilidad de generar ya toda su energía de fuentes solares.

En esta conjunción de eventos, Massol ve una oportunidad única: la posibilidad de romper la dependencia de siempre de combustibles fósiles y de obtener independencia energética. De eso habla en su libro y de eso habló con El Nuevo Día.

El nuevo libro de Arturo Massol Deyá, “Democracia y energía: desafiando la economía de los combustibles fósiles por un país propio”.
El nuevo libro de Arturo Massol Deyá, “Democracia y energía: desafiando la economía de los combustibles fósiles por un país propio”. (Vanessa Serra Díaz)

¿Qué usted quiere que la gente se lleve de esta lectura?

“Quise compartir cómo Casa Pueblo se ha independizado de la economía de combustibles fósiles y que el país vea que tiene la posibilidad de producir la energía que necesita. Si lo hemos hecho en Adjuntas y es viable, funcional y ha sido validado, pues el país debe de abrazar esta ruta”.

Democracia y energía son conceptos que no muy a menudo se discuten relacionados el uno con el otro. Explíquenos qué le parece que vincula esos dos conceptos.

“En nuestro país, la definición de energía, como la capacidad para hacer el trabajo, ha sido unidireccional. Incluso con LUMA o con la AEE, con alzas impuestas, nuestro modelo energético es dictatorial. Lo que impulsamos es descentralizar ese modelo y democratizar la participación de la gente y los sectores productivos en la generación de energía y que la riqueza y los beneficios de un modelo de energía que nos acerca más a responsabilidad planetaria y que esa riqueza se retenga en el país para su propio bienestar. Es un acto de liberación, con responsabilidad global”.

Menciona consenso nacional. ¿Cree que existe sobre la necesidad de un sistema energético distinto?

“En el 1999, como con todos estos temas, éramos minoría. Pero ya no. Ya el país entiende que la tecnología está, que nos hace bien, que funciona. Hay un entendido de que estamos en una mejor posición como país si producimos nuestra propia energía. ¿Cómo se construye este nuevo modelo? Ahí es donde hay un gran conflicto, porque están en lo que aspiramos a democratizar la generación y están los que quieren seguir privilegiando unos pocos en lugar de democratizar esa riqueza”.

¿Usted plantea este asunto en términos de revolución, independencia energética, autosuficiencia? ¿Cuán difícil es plantear este tema en esos términos en un país que se piensa en términos de dependencia, de impotencia?

“La gente lo entiende porque es un tema tangible, a diferencia de otros que son ideológicos y que la gente le tiene miedo. En el tema energético, es tan práctico, de una vivencia tan cotidiana que si te dicen: ‘Mira, ¿tú quieres ser independiente energéticamente o tú quieres ser colonia de LUMA?’, entienden. Saben que lo que está ocurriendo es una revolución. Estamos transformando una realidad que no nos ha servido bien, a algo mejor”.

Hay una ley que dice que, para 2050, Puerto Rico debe estar generando toda su energía de fuentes renovables. ¿Cree que lo veremos en esa fecha o antes?

“Tengo mucha esperanza, pero no porque esa ley exista. La transformación ya se inició. El empuje, que ha sido por gestión ciudadana, es ya significativo. Ya no hay marcha atrás. La transformación va a seguir. Cuán cerca estemos de ser 100%, no sé. Pero casi puedo garantizarle que Puerto Rico va a estar en una mejor posición para el 2050, de seguro, pero no por la ley, sino en la medida en que la insurrección energética continúe hacia adelante”.

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