La alcaldesa de Loíza, Julia Nazario, indicó que unas 14 comunidades sufren el impacto directo de la erosión costera, entre ellas, las Parcelas Suárez (en la foto).
La alcaldesa de Loíza, Julia Nazario, indicó que unas 14 comunidades sufren el impacto directo de la erosión costera, entre ellas, las Parcelas Suárez (en la foto). (Pablo Martinez Rodriguez/Staff GFR Media)

LOÍZA.- Más allá de ser el cuarto municipio con mayor pérdida de playa durante los 10 meses posteriores al huracán María, en Loíza el 92% de la población reside en zonas sujetas al embate del oleaje como consecuencia de la erosión costera, una realidad que apenas se comienza a atender por medio de iniciativas financiadas, principalmente, por el gobierno federal.

“A partir del 2012, Loíza ha experimentado una erosión mucho más acelerada. Aunque la tenía ya desde (la década de) 1970, desde 2012 estamos viendo el agua ya entrando más a tierra adentro. Entonces, en un término de un año o dos, por un evento de marejadas que no necesariamente está asociado a un huracán, como la marejada de los muertos, vamos a ver que causa más pérdida. Por ejemplo, en un evento de apenas una semana, se llevó 20 metros de playa. Esto lo he visto replicado en otros municipios, pero Loíza específicamente ha sido más impactado”, puntualizó la oceanógrafa Maritza Barreto Orta, investigadora principal del estudio “Estado de las playas de Puerto Rico post-María”.

La catedrática de la Escuela Graduada de Planificación de la Universidad de Puerto Rico participó el jueves de la Primera Cumbre de Erosión Costera, evento que organizó el municipio de Loíza, al que acudieron representantes de agencias estatales y federales, la comisionada residente Jenniffer González y residentes del pueblo.

Barreto Orta explicó que, si bien es una hipótesis que aún no se ha “validado” científicamente, el aumento en el nivel del mar parecería ser la causa principal del acelerado ritmo de la erosión del municipio. El estimado del 92% de residentes en zonas vulnerables responde a la cantidad de viviendas ubicadas en áreas con menos de 10 metros de elevación sobre el nivel del mar.

“Es una exposición alta”, dijo Barreto Orta. “Lo que estamos viendo es que, dado que no se atendió la situación en décadas pasadas, y el aumento acelerado en el nivel del mar y el cambio climático, ahora va a ser más retante poder mitigar”.

El “Estado de las playas”, además, analizó la ubicación de la infraestructura crítica –como escuelas y centros gubernamentales– de los 44 municipios costeros de Puerto Rico. En el caso de Loíza, Barreto Orta enfatizó que cerca del 70% “está en zona de franja costera vulnerable o expuesta a marejadas ciclónicas. Si tienes una franja de cuatro metros de altura, con un huracán de categoría 4 te va a llegar la inundación, (en un escenario) de aumento de nivel del mar continuo”.

La alcaldesa Julia Nazario expresó que unas 14 comunidades o sectores de Loíza “son impactadas directamente por la erosión costera”, entre las que mencionó Parcelas Suárez, Pueblo del Niño, Tocones, Colobó, Las Carreras y Villa Cristiana.

“Toda esa costa, desde Parcelas Suárez hasta (Parcelas) Vieques, está afectada”, indicó la ejecutiva municipal.

“Las Carreras y Villa Cristiana creo que son ahora mismo (las que requieren atención más urgente) porque no he visto proyectos (de mitigación), y también las áreas de condominios que están en la zona entre Villa Cristiana y Parcelas Suárez, así como la zona de la desembocadura del río (Grande de Loíza)”, indicó, por su parte, Barreto Orta.

La científica precisó que el 42% de las playas loiceñas reflejaron algún grado de erosión, al tiempo que en el resto hubo acreción (ganancia de arena). Esto último ocurrió mayormente a lo largo de la carretera PR-187, paralelo a la playa de Piñones, aunque de forma segmentada. Barreto Orta subrayó que el evento de acreción no debe ser vía libre para relajar los niveles de alerta, sino una “oportunidad” para reforzar la infraestructura natural y la acumulación de sedimentos.

Nazario sostuvo que Loíza cuenta con fondos para iniciativas de mitigación costera en partes de Villa Cristiana, Parcelas Suárez y Piñones, así como la colaboración del proyecto Vida Marina para la restauración de dunas, que lidera el biólogo de la UPR, recinto de Aguadilla, Robert Mayer Arzuaga, pero que al momento no hay financiamiento para atender otras zonas.

Para el resto de la costa loiceña, “hace falta un plan de acción. No se ha hecho el estudio todavía y el costo debe ser millonario, porque si ya hemos invertido $5 millones en la pared de piedra (frente al Paseo del Atlántico en Parcelas Suárez) y tenemos $5 millones para el arrecife, yo creo que eso se triplica, tal vez, completando la costa”, estimó la alcaldesa.

La costa de Loíza no fue incluida en el Estudio Costero de Puerto Rico del Cuerpo de Ingenieros del Ejército de Estados Unidos (Usace), que es el primer paso para que ese organismo presente una solicitud de subvención al Congreso federal para medidas de mitigación. El informe del Usace, que finalmente incluyó segmentos de la costa en Rincón y el área que transcurre desde Condado a Ocean Park, señaló que para las áreas no seleccionadas no se había identificado una “justificación económica potencial”.

Un problema generalizado

Loíza, sin embargo, no se encuentra solo entre los pueblos costeros que perdieron porciones significativas de playa. Las islas municipio de Vieques y Culebra, así como Isabela, exhibieron un grado mayor de erosión que Loíza. Alrededor de toda la costa del archipiélago, el 40% de las playas mostraron pérdida de sedimentos en los 10 meses siguientes a María, si bien en el 60% se produjo acreción, fenómeno que el “Estado de las playas” teoriza podría deberse a la masiva destrucción de árboles, lo que facilita que sedimentos se desplacen hasta las costas.

Paralelamente, en ocho municipios –Vieques, Cabo Rojo, Arecibo, Humacao, Isabela, Vega Baja, Fajardo y Luquillo– se registraron más secciones de migración de la línea de costa tierra adentro, lo que eleva el riesgo de inundaciones ante marejadas.

“Tenemos que trabajar activamente en que se desplace toda esa arena que no regresa a la playa, en lo que tratamos de mantener esa arena donde pertenece, en las dunas o en la playa”, acentuó el biólogo Mayer Arzuaga durante la Primera Cumbre de Erosión Costera.

El proyecto Vida Marina, por los pasados años, se ha concentrado en iniciativas de restauración de dunas a lo largo de la costa norte, a través de la construcción de paseos de madera que evitan que las personas caminen o estacionen sus vehículos en la parte trasera de las playas, impidiendo la acumulación de arena.

“Tenemos que dejarnos de teorías de conspiración y ‘tiraera’ entre partidos y empezar a trabajar como puertorriqueños”, dijo Mayer Arzuaga, arrancando aplausos de los presentes en el Centro Corecamar, de Loíza.

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