Escondido en las entrañas del cerro San Tomas del barrio La Cantera, en los terrenos de lo que hoy se conoce como el “Viejo Mameyes”, en el municipio de Ponce, yace silenciosa una joya de la arquitectura y la ingeniería del siglo XIX en Puerto Rico: el Acueducto Alfonso XII, inaugurado en 1878 para abastecer de agua potable al centro urbano de la Ciudad Señorial y bautizado en honor al monarca español, conocido como “El Pacificador”.
Edificado en ladrillos y cantería al estilo romano, la estructura de más de 150 años es un sistema de suministro de agua por gravedad de 2.4 millas de longitud diseñado en 1875 por el ingeniero ponceño Timoteo Luberza, y que constituye el primer sistema moderno de distribución de agua construido en Puerto Rico.
La obra de ingeniería, construida bajo la administración del gobernador español, el general José Laureano Sanz, se diseñó para suministrar agua limpia a baños públicos, fuentes ornamentales, grifos públicos, así como para usos industriales y consumo humano y animal.
En 2015, el Gobierno de Puerto Rico declaró el lugar monumento histórico y el 30 de diciembre de 2019, la Oficina Estatal de Conservación Histórica (OECH) recibió el visto bueno del Departamento del Interior de Estados Unidos declarando el acueducto un monumento histórico a nivel federal, confirmó el doctor Juan Llanes Santos, historiador especialista en conservación histórica de la agencia.
“Una vez que se declaró histórico a nivel federal, se le otorgó un manto de protección a parte del reconocimiento del título. Cualquier proyecto en las cercanías del recurso que tenga licencias federales tiene que venir a nuestra oficina para evaluarlo y verificar que no tenga efectos adversos”, explicó Llanes Santos, quien fue el encargado del proceso de la solicitud federal.
Acueducto tipo romano
En el formulario de solicitud de la OECH, Llanes Santos indica que el sistema constaba originalmente de varios componentes principales: la presa del río, la toma de agua, el canal o conducto de distribución de agua, las estaciones de filtrado, los depósitos o embalses y el sistema de distribución de agua por tuberías.
También contaba con estructuras de soporte, como los pozos de registro, que permitían limpiar el canal y pozos metálicos colocados sobre el canal para oxigenar el agua subterránea.
“Con excepción de las tuberías de hierro fundido que transportaban el agua por debajo del centro urbano y los pozos metálicos a lo largo del conducto, todos los demás componentes eran una mezcla de ladrillos, piedras, mampostería y hormigón hidráulico”, señala el historiador.
El agua se transportaba únicamente por gravedad a lo largo de una ligera pendiente descendente a través del conducto, desde la toma de agua hasta el depósito.
El historiador explicó que el agua extraída en un punto determinado del río Portugués era transportada, entonces, por un canal, superficial y subterráneo, siguiendo las curvas de nivel del terreno.
“Cuando el canal llegaba a la depresión conocida como Quebrada de la Cantera, el canal a nivel del suelo se convertía en un puente de tres arcos o murallón. A unos trescientos metros al sur del puente, El agua llegaba a la cuenca de distribución o a los depósitos. Desde estos, una red de tuberías de hierro distribuía el agua por todo el centro urbano de Ponce”, señaló.
Recordatorio de Mameyes
Aunque no sufrió daños directos por el derrumbe del 7 de octubre de 1985, conocido como la tragedia de Mameyes ―al localizarse a las afueras del barrio― el acueducto sigue siendo un silencioso recordatorio del fatídico evento, donde se estima que más de 132 personas perdieron la vida.
La gran cantidad de lluvia, que en algunos sectores de Puerto Rico llegó a 22 pulgadas de precipitación en tan solo 24 horas, saturó el terreno rápidamente. A eso de las 3:30 de la madrugada, el terreno comenzó a ceder creando un derrumbe monumental de lodo, arrastrando todo a su paso, sin embargo, la estructura del acueducto permaneció intacta al no ser impactada por el alud.
Más de cuarenta años después de la tragedia, el antiguo acueducto tiene ahora un significado adicional además del propósito original de su construcción; este se mantiene como un símbolo de reflexión, resiliencia y unión comunitaria ante las tragedias naturales.
El Acueducto Alfonso XII está considerado por los ponceños como la única estructura que permanece en pie de lo que fue el barrio Mameyes y se yergue imponente como testigo silencioso de un evento trágico que jamás será olvidado por todos los puertorriqueños.
Monumento histórico nacional
En 2015, finalmente se legisló, a nivel local, para convertir la estructura en un monumento histórico nacional a través de la Ley número 84.
La pieza legislativa indica, en su exposición de motivos, que buscaba “rescatar aquellas memorias de una época en la cual esta infraestructura hidráulica proveyó agua potable a la población ponceña y dar a conocer nuestra tradición por la ingeniería y arquitectura de nuestro país mientras se fomenta la conservación de nuestros recursos históricos”.
A través de este recurso la Asamblea Legislativa decretó que se declaraba monumento histórico al acueducto, además de ordenarle a la Junta de Planificación de Puerto Rico (JPPR) incluir el lugar en su inventario de zonas históricas y a la OECH a gestionar su inclusión en el Registro Nacional de Lugares Históricos del Servicio Nacional de Parques del Departamento del Interior de los Estados Unidos.
También, la ley faculta al Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP), a la OECH y a la JPPR a tomar “las medidas necesarias para dar fiel cumplimiento a esta Ley”.
Gran potencial
Sin embargo, a pesar de su condición como lugar histórico, en la actualidad, la estructura se encuentra abandonada a su suerte, víctima silente de la constante urbanización de la isla.
Según Llanes Santos, el lugar, que tiene gran potencial turístico y educativo, permanece en el limbo.
“La condición actual es pobre, pobre, pobre”, lamentó el especialista en lugares históricos.
“La última vez que estuve en el sitio estaba totalmente abandonado. Sin lugar a duda, el sitio tiene un potencial turístico y educativo increíble; pudiese ser explotado en más de una manera. Es un recurso relativamente único en Puerto Rico, este tipo de construcción de acueductos tipo romano como el acueducto de Segovia”, dijo.
El historiador explicó que el acueducto perdió su uso práctico temprano en el Siglo XX, cuando la ciudad comenzó a crecer y a necesitar mayor eficiencia en la distribución de agua potable.
“El acueducto había sido descartado desde la década de 1920 cuando se construye el nuevo sistema y como este funcionaba con gravedad, una vez que el ordenamiento urbano en el centro de Ponce comienza a subir a terrenos altos, ya no era eficiente para proveer agua”, explicó.
“En 1928 se reemplaza totalmente y comienza a caer en una especie de olvido administrativo y hay elementos que están enterrados, debajo de la cancha está la reserva (de agua)”, añadió.
Durante la década de 1970, explicó, bajo la incumbencia del alcalde Luis Morales Crespo (1972-1976), se construyó una cancha de baloncesto sobre el terreno del depósito como espacio recreativo para los vecinos del barrio Cantera.
Con el paso de los años, y a medida que la población se desplazaba de las tierras altas circundantes debido a la inestabilidad del terreno, especialmente después de la tragedia de Mameyes en 1985, el lugar se convirtió en una estructura abandonada entre la densa vegetación. Perdida en el olvido.

