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prima:Sabías que… el francés fue idioma de las élites comerciales, intelectuales y artísticas del sur de Puerto Rico durante el Siglo XIX

La migración corso-francesa y la apertura del puerto de Ponce al comercio internacional propiciaron su utilización

30 de octubre de 2025 - 11:10 PM

Los lazos históricos entre Puerto Rico y Francia en el Siglo XIX son difícil de ignorar, toda vez se repite una y otra vez en nuestra historia la imagen de inmigrantes franceses y corsos asentándose y naturalizándose en la isla, especialmente durante la segunda mitad de ese siglo.

Desde los franceses Beauchamp, en Mayagüez y Las Marías, hasta los corsos Bertolacci, en Yauco y Ponce, es imposible hablar de historia de Puerto Rico sin mencionar esta importante comunidad de inmigrantes.

Donde más notable se hace esta migración humana, sin embargo, es en el sur, especialmente entre Yauco y Ponce, donde se asentaron gran parte de los inmigrantes franceses en Puerto Rico, particularmente los procedentes de la isla de Córcega, en el Mediterráneo, que ya entonces era territorio francés y no italiano.

No obstante, la consolidación de Ponce como el principal centro de producción y puerto de exportación de café y azúcar propició el desarrollo de la ciudad como un punto de intercambio comercial para todo el Caribe, donde convergían diferentes culturas e idiomas.

La interacción entre comerciantes extranjeros, en particular franceses, y la burguesía ponceña, hizo que el idioma galo se convirtiera, al igual que fue el inglés durante el Siglo XX, en el idioma de las elites comerciales, intelectuales y artísticas.

Resulta un tanto increíble hoy día pensar que en algún momento de la historia de Puerto Rico se podía escuchar comúnmente el idioma de Napoleón Bonaparte en cada esquina de Ponce o Yauco.

Puerto de Ponce 1900
Puerto de Ponce 1900 (Wiki )

Idioma de la élite

El Siglo XIX es considerado como el siglo del movimiento cultural e intelectual europeo conocido como La Ilustración, en el que el idioma aceptado para la discusión de ideas entre filósofos, científicos y artistas, era el francés. Al igual que el inglés hoy día, el francés era considerado como un idioma de prestigio y cultura.

A pesar de que, en Puerto Rico, al ser una colonia de la Corona Española, el idioma castellano era considerado la lengua oficial del territorio, informalmente, durante la segunda mitad del Siglo XIX, el francés resonó con fuerza en el sur.

El arquitecto, historiador y catedrático retirado de la Universidad de Puerto Rico (UPR) en Río Piedras, el doctor Enrique Vivoni Farange, quien es experto en el tema de la migración corsa a Puerto Rico, explicó que Francia, durante el siglo de La Ilustración, significó para el mundo lo mismo que significó durante el Siglo XX Estados Unidos.

Definitivamente, ser francés en el Siglo XIX en Puerto Rico era símbolo de inteligencia, sofisticación; de lo moderno, lo avanzado. La lengua francesa era el idioma universal”, señaló el profesor.

En el artículo de 1892 “Porto Rico”, del periodista francés J. Claine, publicado en el número 163 de la revista Le Tour du Monde, el autor relata detalles sobre esta tendencia de utilizar el idioma de Voltaire localmente.

“Es lo que he constatado con dolor, en todos los lugares donde se han establecido colonias de franceses, ya sean corsos como aquí y en Barceloneta, o como en México los vascos…los hablantes de ‘patuá’ (criollización del francés en Las Américas) parecen mostrar una indiferencia, incluso un desprecio por la lengua nacional. Ni la hablan, ni la enseñan a sus hijos”, señala Claine en su artículo.

Puerto de Ponce 1899
Puerto de Ponce 1899 (wiki comm)

Se asentaron en la isla

Al igual que con las leyes de cabotaje impuestas por Estados Unidos en tiempos modernos, hasta principios del Siglo XIX, Puerto Rico estaba limitado a mantener relaciones comerciales únicamente con la metrópolis española.

No obstante, en 1815, la Corona otorgó a Puerto Rico la Real Cédula de Gracia, que permitió el comercio entre la isla y otras naciones, a la vez que fomentó la migración europea ofreciendo tierras y naturalización española al cabo de cinco años. Ello produjo una avalancha migratoria a Puerto Rico que, a su vez trajo un aumento de mano de obra, la entrada de maquinaria moderna y el influjo de capital comercial que fomentó el desarrollo comercial de la isla.

Fue el puerto de Ponce, con su estratégica localización geográfica, el que más se benefició de esta apertura comercial.

Para el 1850, Ponce contaba con uno de los principales puertos de la isla y, para finales del siglo, contaba con consulados franceses, ingleses y estadounidenses. Según indicó Vivoni Farange, toda esa actividad formaba parte de una complicada red comercial que conectó a Puerto Rico, a través de Ponce, con las islas de Curazao, Saint Thomas, Haití, Cuba y Santo Domingo.

“Los corsos que se establecieron en Ponce eran considerados franceses porque Córcega era parte de Francia en esa época”, explicó el profesor.

“En Ponce se asentaron unos 197 corsos, una colonia de corsos. La segunda más grande de Puerto Rico, porque la primera tuvo que haber sido Yauco, que fue donde se asentó el 25% de los corsos que llegaron a Puerto Rico, que fueron alrededor de 2,000”, añadió.

Aunque el arquitecto e historiador concurrió con que la Real Cédula de Gracia propició la migración corsa-francesa a Puerto Rico, aseguró que antes de este hito comercial, ya había familias que provenían de Francia asentándose en la Isla.

“Muchos se fueron hacia las montañas y sembraron café, los que se quedaron en los llanos trabajaron la caña, otros se quedaron como marinos mercantes, otros establecieron comercios, que se nutrían de las haciendas y así se fueron capitalizando las fortunas de los corsos aquí.

Lenguajes diferentes

Los oidos inexpertos de los criollos en el Puerto Rico del Siglo XIX muy posiblemente no discernían entre el idioma corso y el francés, pero, aunque actualmente el idioma oficial de la provincia de Córcega es el francés, el idioma corso es un lenguaje independiente y aceptado.

Hoy día, este idioma es reconocido por el Estado francés como lengua protegida en Córcega y goza de la enseñanza en la Universidad de Corte y en varias escuelas, así como de un uso extendido a la lengua escrita.

Los corsos que llegaban a Puerto Rico posiblemente hablaban en su idioma, que es otra lengua independiente, que también sale de las lenguas romances y que se asemeja mucho al italiano”, explicó el profesor.

Vivoni Farange recalcó el gran impacto que tuvo, no solo el idioma francés si no el corso en Puerto Rico.

“Yo recuerdo, por lo menos en el sur, cuando uno veía un bebé uno le decía ‘agro, agro’ (como arrastrando la erre) y siempre me pregunté por qué se le decía eso a los bebés. Un día, estando en Córcega, visitando a mi familia allá, mi primo, que tenía una nieta bebé, empieza a decirle ‘allegru, allegru’, que es como decir ‘alégrate, alégrate’. Muy probablemente aquí lo deformamos, pero es un ejemplo de la influencia francesa y corsa en Puerto Rico”, explicó el arquitecto, quien es descendiente corso del lado paterno.

Casas de los americanos

El término “casas de los americanos” en Córcega se refiere a los palacios neoclásicos construidos por familias corsas que hicieron fortuna en América, principalmente en Puerto Rico, y regresaron a su tierra para retirarse.

Estas mansiones, conocidas como “palazzi di l’Americani”, son un símbolo de la historia de la inmigración corsos, el éxito económico y la cultura de la isla mediterránea.

“Así como pasó en España con el fenómeno de las ‘casas de los indianos’, en Asturias, el ideal de casi todos estos corsos era hacer fortuna en Las Américas y luego regresar a Córcega y allí retirarse”, explicó el profesor.

“En seis años que estuvimos trabajando con estudiantes de arquitectura en Córcega, documentamos alrededor de 80 estructuras de casas de los americanos. Pero, en un viaje anterior en el 2000, pude documentar alrededor de 167 de estas casas en el Cabo Corso, que es la parte norte de la isla”, dijo.

Vivoni Farange insistió que el fenómeno de estas “casas de los americanos” es un elemento central para comprender el vínculo histórico y las contribuciones de la inmigración corsa a la identidad puertorriqueña.

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