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Escribió una carta en forma de bolero para contarle a su amada que estaba muriendo y se convirtió en un clásico atemporal

Vivió solo 23 años, pero el tiempo le alcanzó para escribir algunas de las grandes piezas de la canción cubana de la primera mitad del siglo XX

6 de mayo de 2025 - 9:28 PM

Su gran amor lo conocería un poco más tarde, en ocasión de una fiesta celebrada durante su época de estudiante, cuando conoció a María Victoria Mora Morales, una joven de la alta sociedad, natural de la localidad de San Juan y Martínez. Musa inspiradora de muchas de sus obras, trascendería por aquel bolero que le dedicó Pedro Junco como despedida antes de su partida. (La Nación Argentina / GDA)

De origen cubano, el bolero se caracteriza por su ritmo lento y melancólico, melodías dulces y letras que hablan de amor, desamor y nostalgia. Surgió a finales del siglo XIX y a lo largo del siglo XX se popularizó aún más con la contribución de grandes compositores e intérpretes mexicanos como Agustín Lara, Consuelo Velázquez y María Grever.

Así las cosas, en el año 1943, con apenas 23 años, el pianista y compositor cubano Pedro Junco moría en Cuba, dejando como legado una de los boleros más populares del repertorio latinoamericano, y quizás también, el que evoca la leyenda de amor más dolorosa que se ha hecho canción: “Nosotros”, una melodía escrita a raíz de una muerte inminente.

La historia comienza en Pinar del Río, provincia cubana ubicada en el extremo occidental de la isla, la “tierra del mejor habano del mundo”. Cuando tenía apenas seis años, Pedro Buenaventura Jesús del Junco-Redondas, popularmente conocido como Pedro Junco, había comenzado sus estudios de piano, graduándose a los 19 en el conservatorio Orbón de Pinar del Rio con el título de maestro de música.

Tal como precisa su amigo y escritor Amado Martínez-Malo, autor del libro Pedro Junco: viaje a la memoria, ya desde muy joven Junco comenzó a destacarse por su talento para la composición musical: “Fue un pianista excelente, extraordinariamente dotado. Nadie cantaba como él sus melodías, aunque raras veces lo hiciera fuera de un ámbito reducido. Era también hombre de otras inquietudes: hizo estudios de Derecho, que dejó inconclusos, y fundó en Pinar del Río la Asociación de Prensa y Radio”, señala el autor.

También lo describe como un joven alto y atlético, más bien callado y observador, aunque una vez que entablaba amistad se transformaba en un ser apasionado, vehemente y sensible. Tenía registro de barítono.

Según la leyenda, contaba con todo un historial de amores tormentosos y de lo más variados, entre los que se destaca su amorío con “Cubita la bella”, trapecista del circo Montalvo, a quien Junco dedicó su bolero “Por ti”. Una historia que se interrumpió de un día para otro, cuando una madrugada el circo levantó la carpa y se fue para no volver. También tuvo flirteos con mujeres mayores que él, como la poetisa Rosa América Cohalla, y hasta habría estado enamorado de una monja.

En cualquier caso, su gran amor lo conocería un poco más tarde, en ocasión de una fiesta celebrada durante su época de estudiante, cuando conoció a María Victoria Mora Morales, una joven de la alta sociedad, natural de la localidad de San Juan y Martínez. Musa inspiradora de muchas de sus obras, trascendería por aquel bolero que le dedicó Pedro Junco como despedida antes de su partida.

Un flechazo de amor

Fue amor a primera vista. Pero al enterarse sus padres que el pretendiente de la chica era un bohemio con fama de seductor y aventurero, desde el vamos se opusieron al romance.

De todas maneras, no pudieron impedir que la historia siguiera adelante. Como amantes en las sombras, sus citas continuaron en secreto mientras el amor prosperaba en cada encuentro. Así las cosas, una pésima noticia ensombreció el romance, cuando de la noche a la mañana, Pedro Junco fue diagnosticado con tuberculosis, una enfermedad que por aquellos años era un pasaje a la muerte.

Según el relato de Martínez Malo, el 9 de marzo de 1939 Junco tuvo un ataque de tos habiendo expectorado sangre, por lo que tuvo que ser aislado. En abril de 1943, la crisis se repitió y debió ser internado en la Clínica Damas de la Covadonga, en La Habana. Era parte del protocolo aislarlo por completo para que no contagiara a otras personas.

Fue allí, en un arrebato de dolor, cuando Pedro escribió, primero, una carta de despedida para María Victoria. Ahora bien, ¿cómo le haría llegar esa carta a su amada mientras el padre de aquella supervisaba cada misiva que recibía? Decidió entonces convertir su carta en una canción de despedida, seguramente la canción más difícil que le tocó escribir.

“Atiéndeme, quiero decirte algo, que quizás no esperes, doloroso tal vez / Escúchame, aunque me duela el alma, yo necesito hablarte, y así lo haré”, anotó en un papel los primeros versos del bolero que inmortalizaría su amor.

Luego le pidió a su amigo, el trovador Tony Chiroldes que la cantara por primera vez en un programa de radio muy popular que su amada escuchaba cada noche, por la Estación Radial de Pinar del Río CMAB.

Fue allí cuando ella y el mundo conocieron esta hermosa y dolorosa confesión hecha canción: “Nosotros, que fuimos tan sinceros, que desde que nos vimos amándonos estamos / Nosotros, que del amor hicimos un sol maravilloso, romance tan divino…”

Muy angustiada por la ausencia de su amado, Mora Morales se enteró por fin de la dramática situación. De inmediato fue al hospital para verlo pero llegó demasiado tarde: Pedro había muerto horas antes, el 25 de abril de 1943 pasadas las 10 de la noche. Su certificado de defunción declaraba muerte por anoxemia y bronconeumonía. Tuvo una vida tan breve como apasionada. Tenía apenas 23 años de edad.

Lo enterraron en su ciudad natal. Cuenta la historia que aquel día el tránsito se paralizó, los comercios cerraron sus puertas y la emisora de radio local se declaró en duelo. El ataúd, cubierto con la bandera cubana, fue llevado en andas por la calle Martí, la arteria principal de su ciudad. Las mujeres arrojaban flores al paso del cortejo, mientras los asistentes entonaban la canción que, con los años, convirtió aquel romance secreto en un himno inmortal: “Nosotros, que nos queremos tanto, debemos separarnos, no me preguntes más / No es falta de cariño. Te quiero con el alma / Te juro que te adoro y en nombre de este amor y por tu bien... / Te digo adiós”.

Su sentimiento por Mora le habría inspirado también otras composiciones como “Tu mirar”, “Soy como soy”, “Te espero”, “Estoy triste”, “Cuando hablo contigo”, “Una más” y “Yo te lo dije”. También fue la musa inspiradora del poema “Versos míos para ti”, que publicó el 8 de octubre de 1941 en el Diario de la Marina y de las melodías “Mi santuario”, “Gracias” y el poema “Lo que yo quiero”. Los grandes cantantes de aquella época como Rita Montaner y Esther Borja, en Cuba, y otros de México, Argentina, Puerto Rico, Venezuela, República Dominicana y Panamá, incluyeron en su repertorio obras de Pedro Junco.

No obstante, “Nosotros” es sin duda el bolero más destacado, hasta convertirse en leyenda de la canción cubana.

A pesar de que fue escrita en Cuba hace más de 80 años, nunca ha perdido vigencia. Con el tiempo, el bolero fue interpretado por centenares de artistas. Entre sus versiones más conocidas está la realizada por la Orquesta Aragón (en ritmo de cha cha cha), así como la de Julio Iglesias, Pedro Vargas, Omara Portuondo, Los Panchos, Plácido Domingo y Luis Miguel.

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