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Pijijiapan, México — La hondureña Madison Mendoza tenía el rostro quemado y los pies lastimados luego de caminar por horas bajo el ardiente sol chiapaneco. Viajaba con su hijo de dos años y no podía contener las lágrimas pese a que por fin ambos pudieron bañarse en Escuintla, una localidad 93.2 millas al norte de la frontera entre México y Guatemala.