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Nota del editor: reportaje principal de una serie de tres artículos sobre Ángel Colón Maldonado como parte de Las Caras del Crimen, proyecto periodístico que profundiza en algunos de los principales criminales en nuestra historia para entender el contexto social del que son producto y cómo sus acciones repercuten hasta hoy.
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En una carta escrita a bolígrafo en abril de 1987, Ángel Colón Maldonado informó al tribunal de Carolina que había asesinado a siete personas.
“No espero beneficio de esto y espero condenas consecutivas”, indicó en la misiva a la jueza Crisanta González, y que permanece en el expediente del caso.
Con su puño y letra, el mismo Colón Maldonado confirmó lo que las autoridades habían comenzado a investigar dos años antes en pueblos de la zona metropolitana y que luego fue catalogado como el primer caso documentado de un asesino en serie en Puerto Rico. Sus crímenes fueron ampliamente cubiertos por los medios noticiosos, quienes se referían a él de manera cínica como “El Ángel de los Solteros”, apodo que respondía en parte a su nombre y a la homofobia y prejuicios rampantes de la época, cuando hablar de una persona homosexual en los medios de comunicación era casi tabú y optaban por llamarle “solteros” a las víctimas.
Para el momento de la confesión, Colón Maldonado tenía 19 años de edad. Un año antes, en 1986, un informe del siquiatra del Estado, Adalberto Martínez, indicó al tribunal que tenía historial de uso de sustancias controladas desde la adolescencia y de haber estado en diferentes instituciones para menores, de las que se había evadido. Era el menor de seis hermanos residentes de Santurce.
“Creció en una familia disfuncional, que estaba combinada el castigo y la libertad de manera totalmente descontrolada. Desde los 15 años, de muchacho, ya andaba corriendo por las discotecas”, indicó en entrevista con El Nuevo Día el siquiatra forense Raúl López, quien ha estudiado su caso por años.
López agregó que fue en este tiempo que Colón Maldonado llega hasta discotecas donde se congregaba la comunidad gay de la época.
“Las discotecas de los gay eran en aquella época el refugio de las personas homosexuales, ya que existía un prejuicio extremo. De ahí es que él comienza sus relaciones y luego comienza a matar, de manera similar, a algunos hombres homosexuales con los que él se relacionaba como proveedor de servicios sexuales”, agregó.
Colón Maldonado fue procesado por solo tres asesinatos que se reportaron entre abril y mayo de 1985. A sus 54 años ha cumplido 35 años de tres sentencias de cadena perpetua en prisión por cargos de asesinato en primer grado, además de violaciones a la ley de armas.
La primera sentencia fue dictada en el tribunal de Carolina en enero de 1987, unos meses antes de su confesión, razón por la que no fue a juicio por las otras dos muertes en el tribunal de San Juan y ese mismo año fue sentenciado a dos cadenas perpetuas adicionales, según los expedientes del caso.
Los periódicos de aquella época reportaron que fue investigado por otros asesinatos y hasta vinculado con una veintena de otras muertes, pero las autoridades no pudieron corroborarlo con la evidencia necesaria para sostener la radicación de cargos.
“Fueron sucediendo casos (de asesinatos) similares (en 1985) y en todos había un denominador común, que la víctima era homosexual”, indicó la patóloga Yocasta Brugal, al recordar cuando trabajó junto con el doctor Rafael Criado en las autopsias de estos casos en el entonces llamado Instituto de Medicina Forense, a mediados de la década de 1980.
“Él llegó a aceptar que había habido siete asesinatos, pero realmente sospechamos que eran más. Lo que pasa es que no se pudieron corroborar”, agregó la doctora.
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El primero de los asesinatos que se le imputaron y que llamó la atención de los patólogos fue la muerte del dentista Luis Manuel González López, reportada el 21 de abril de 1985, en su apartamento en Isla Verde.
“Apareció con múltiples heridas de arma blanca en una bañera”, dijo Brugal. “Pero no se pensaba que (el responsable) era un asesino en serie, sino que es quizás una persona que reaccionó de una forma brusca, brutal contra ese individuo”.
La investigación arrojó que el asesino le robó prendas, dinero y un auto de lujo a la víctima.
El cruel asesinato de Iván Frontera
De los crímenes perpetrados por Colón Maldonado, el que cobró mayor notoriedad pública ocurrió el 3 de mayo de 1985, cuando la Policía reportó el asesinato de Iván Frontera, quien era una figura famosa en la industria del entretenimiento de la época.
Frontera había sido director de relaciones públicas de una empresa de carga marítima, pero fue más conocido al desempeñarse como modelo, moderador y periodista de actividades sociales, así como de certámenes de moda y belleza. El crimen evitó que al otro día llegara a una reunión pautada para firmar un contrato con el canal de televisión Telemundo.
Frontera fue ultimado en circunstancias horrendas, con 128 puñaladas, según el examen forense. Al igual que González López, el cuerpo de Frontera estaba amarrado de manos y pies.
Sobre el crimen de Frontera, el entonces gobernador Rafael Hernández Colón calificó como “una gran tragedia que lo hayamos perdido en una forma tan trágica”.
“Iván fue un caballero maravilloso”, expresó la periodista Milly Cangiano a El Nuevo Día. “Siempre buscaba algo positivo para la gente y sobre todo hacía sentir a todo el mundo bien”.
“Para mí fue una sorpresa gigantesca todo lo que sucedió”, agregó la columnista del diario Primera Hora. “Me dolió mucho que fuera tan fuerte, que fuera una cosa con tanta zaña, con tanto coraje, y entonces el dolor que nos causó a las amistades”.
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El desaparecido periódico El Reportero informó que el mismo día en que se investigaba la escena del asesinato de Frontera, una persona que se identificó como “Jerry Guerra” llamó a las oficinas del diario para denunciar que había un “sicópata asesino de homosexuales” y que la Policía no investigaba esos crímenes adecuadamente.
Unas semanas después, el 29 de mayo de 1985, agentes hallaron el cuerpo sin vida del músico cubano Gustavo Faxas de Miguel en su apartamento en el Condado, en circunstancias similares a los dos crímenes anteriores.
El cuerpo del músico estaba en estado de descomposición, pero los peritos forenses pudieron estimar que su muerte ocurrió para una fecha cercana a la muerte de Frontera.
Yocasta Brugal, quien realizó esa autopsia, indicó que también encontró múltiples heridas punzantes en el cuerpo de Faxas de Miguel, aunque el arma fue distinta. También presentaba otros golpes.
“Apareció descompuesto, pero tenía múltiples traumas, además del golpe en la cabeza, y heridas compatibles con una tijera”, explicó Brugal.
De acuerdo con los informes de más de un medio de prensa de ese momento y documentos del expediente, descripciones ofrecidas por testigos de esta escena y del caso de González López coincidían en que habían visto las víctimas acompañado de un “joven” de “unos 19 años”.
En ambos casos, el autor del crimen se había marchado con los autos de las víctimas y había dejado un desorden entre las pertenencias y muebles dentro de ambos apartamentos.
En otros dos casos subsiguientes, uno en Santurce y otro en el mismo edificio donde vivía Faxas de Miguel en el Condado, fueron ejecutados dos hombres. Sus cuerpos mostraban contusiones y uno de ellos tenía señales de estrangulación.
Brugal destacó que la falta de heridas punzantes en estos dos casos en particular “desvió un poco” la pesquisa de los agentes y fiscales por “un momento”, en cuanto a una posible conexión con los crímenes de Frontera y Faxas de Miguel.
“Pero una de las cosas que yo discutía con ellos era que me daba la sensación que el individuo llegaba a la casa o estaba en la casa (de las víctimas) sin ningún tipo de arma y que usaba lo que conseguía”, explicó la patóloga.
Brugal enfatizó que sí encontró una relación y que la constante se trataba de que “era una improvisación” por parte del asesino.
Terror en la comunidad LGBTT
El activista Pedro “Peters” Maldonado recordó que la serie de asesinatos, en particular la muerte de Frontera, causó gran temor en la comunidad gay.
Para 1985, Maldonado era empleado en el Capitolio y ya participaba del movimiento por igualdad de derechos, en una larga trayectoria que le llevaría a convertirse en el primer oficial electo abiertamente homosexual en Puerto Rico, cuando fue votado como legislador municipal de San Juan en las elecciones del 2012.
En entrevista con El Nuevo Día, Maldonado recordó que para aquel entonces miembros de la comunidad LGBTT sufrían “una gran discriminación del gobierno” y “persecución de la Policía”. Dijo que “tenían miedo de perder sus trabajos”, por lo que se reunían “en lugares que no eran verdaderamente conocidos, pero sí conocidos entre nosotros”.
Pero Maldonado relató que muchas personas dejaron de reunirse en esos establecimientos, en Condado y otras zonas de San Juan, tras conocer la “manera tan salvaje que fue descrita la escena” en la casa de Frontera, ante la sospecha de que entre los visitantes había alguien que los estaba persiguiendo.
“Se hablaba de lo que esto nos iba a tocar a ti o a mí, o a fulano o a aquel otro, amigos de nosotros...”, expresó Maldonado. “Eso hizo que la gente se sintiera insegura”.
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Maldonado apuntó que, como parte de la magnitud del discrimen que enfrentaba la comunidad gay en aquella época, la cobertura mediática agravó la situación.
“Todos estos casos llenaban las primeras planas y los noticiarios”, comentó. “La cobertura que tuvo esta situación producía algo que era como morboso. Toda la prensa se cebó de la situación, y entonces sufrimos más nosotros los homosexuales durante ese periodo”.
De la cobertura noticiosa de la época se puede apreciar que algunos de los entrevistados se referían a las víctimas como “solteros” y no gays. Es de ahí que surge el apodo con el que la crónica policiaca identificaba al asesino.
“Al decirle el ‘Ángel de los Solteros’... entonces vamos a clavarle un puñal llamándolos ‘solteros’ y no homosexuales, y a ‘este el matador de los homosexuales’”, manifestó el activista al subrayar cómo se invisibilizaba la orientación sexual de las víctimas y casi se resaltaba al asesino.
Dentro de estas circunstancias, Maldonado resaltó que no se quedaron de brazos cruzados y comenzaron a tomar sus propias medidas de protección que luego redundaron en apoyar el activismo por los derechos de la comunidad LGBTT.
“Es por primera vez que se comienzan a crear los contactos, a ‘linkear’ los contactos entre nosotros mismos”, contó Maldonado, al detallar que las amistades se llamaban entre sí para verificar que estaban bien. “Comenzó esta red, que luego fue poco a poco agrandándose, agrandándose y buscando entonces la confianza entre nosotros, la militancia total y el activismo”.
Acusación de Ángel Colón Maldonado
De los documentos del expediente judicial se desprende que, poco después de la seguidilla de asesinatos que cometió, en julio de 1985 Colón Maldonado desapareció de uno de los hogares para jóvenes en que había estado desde la adolescencia.
La directora de la institución declaró a las autoridades que había llegado allí el 2 de julio de 1985 para el programa de menores evasores. Pero a partir de ese mismo día, Colón Maldonado comenzó a decirle que estaba nervioso y lo “andaban buscando”.
Unos días después, Colón Maldonado le dijo que había matado al dentista, así que la funcionaria le ofreció ayuda y que se entregara en compañía de un policía que era amigo suyo.
“(Ella) estuvo con él casi todo el día. Luego se fue y no lo volvió a ver”, indica un resumen del testimonio, contenido en una sentencia del Tribunal Supremo de Puerto Rico.
Posteriormente, las autoridades supieron que Colón Maldonado huyó a California. La doctora Brugal destacó que se enteraron por una investigación de ese estado de que había asesinado a un productor de una serie de televisión estadounidense, a quienes las reseñas periodísticas identificaron como “William Kraft”.
Brugal dijo que, en ese caso, los investigadores “detectan una llamada que él (Colón Maldonado) hace, desde esa casa (de la víctima), a su madre”.
“Pero entonces, cuando se da cuenta de que lo están buscando, él (Colón Maldonado) se va a Nueva York”, añadió.
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Luego, según informes de prensa, la Policía recibió confidencias de la nueva ubicación de Colón Maldonado en Manhattan, donde sería apresado eventualmente.
La denuncia en el expediente del caso indica que el Departamento de Justicia sometió una denuncia en ausencia contra Colón Maldonado, el 4 de junio de 1986, por el asesinato de González López. Aunque había sido identificado por testigos días después del crimen del dentista, los cargos se radicaron más de un año después.
El tribunal le fijó una fianza de $800,000 y emitió una orden de arresto, que fue diligenciada en la madrugada del 23 de julio de 1986.
Al ser extraditado a Puerto Rico, enfrentó procesos judiciales paralelos en el tribunal de Carolina y en el de San Juan.
Declaraciones juradas en el caso de Carolina indican que Colón Maldonado confesó a allegados sobre el asesinato de González López al día siguiente del crimen, cuando conducía el vehículo de la víctima, además de vestir sus prendas.
De las minutas de una de las vistas se desprende que el acusado mostraba interés en su defensa, quejándose de que solo había tenido una entrevista con el abogado.
“El tribunal le manifiesta al imputado que tiene un abogado competente y de los más eficientes”, indica la minuta de una vista en diciembre de 1986.
Cuatro días del juicio en su fondo terminaron el sábado 17 de enero de 1987, en la tarde, cuando el jurado deliberó una hora y 15 minutos para declararlo culpable de asesinato en primer grado. Luego fue sentenciado a cadena perpetua.
Su defensa trató de declararlo inimputable
Posterior al veredicto en Carolina, en abril de 1987, fue cuando Colón Maldonado envió la carta a puño y letra a la jueza Crisanta González asegurando estar arrepentido de intentar defenderse y que deseaba ser juzgado por los siete asesinatos de las personas que mencionaba.
En ese grupo estaban mencionados Frontera y Faxas de Miguel, víctimas de los casos pendientes en el tribunal de San Juan.
Pero las abogadas asignadas al caso de San Juan buscaban una defensa distinta a la que usó el licenciado que le defendió en el juicio en el Tribunal de Carolina.
“Yo me proponía presentar la defensa de incapacidad mental o responsabilidad disminuida”, dijo la licenciada Carmen Ana Pesante, una de las abogadas de Colón Maldonado.
“En esta defensa usted no niega los hechos. Lo que usted hace una vez acepta los hechos es dar una explicación de por qué esos hechos ocurrieron y cuál era el proceso mental de esa persona al momento de los hechos”, agregó.
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Para mediados de 1987, dos siquiatras peritos de la defensa se habían reunido “más de 50 veces” con el acusado, según consta en el expediente del caso.
No obstante, la razón de los peritos para declararlo inimputable y el alegado motivo que tuvo para cometer los crímenes contra hombres homosexuales no puede ser detallada por la abogada, porque en aquel momento la prueba no desfiló en el tribunal cuando decidió declararse culpable.
Como había expresado en la carta al tribunal de Carolina, Colón Maldonado insistió en San Juan que deseaba declararse culpable, lo que creó una escena de tensión en plena sala del juez.
“Inclusive lo gritó en sala, porque era lo que verdaderamente él sentía, que yo como su abogada, al pretender defenderlo en el tribunal, pues yo era un impedimento a su salvación”, recordó Pesante.
La abogada solicitó una sesión con el juez “en cámara”, para que no hubiera público “porque ahí iban a salir unas cosas que explicaban y fundamentaban la defensa, pero que Ángel no quería que salieran a la luz pública, y eso no fue posible”.
Pesante planteó que la defensa apelaba una sección del Código Penal donde establece “que si por razón de enfermedad o defecto mental una persona no puede comportarse de acuerdo al mandato de ley o no puede comprender la criminalidad de su acto, esa persona penalmente no debe ser responsable”.
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Al no ser acogidos sus planteamientos, la abogada renunció al caso tras esa misma vista. Recordó que solo volvió a intervenir para detener el interrogatorio de Colón Maldonado cuando entró en detalles sobre el crimen en California, pues en sala estaban presentes agentes de esa jurisdicción, por lo que el acusado podría incriminarse y enfrentar la pena de muerte.
Tras consultar con el siquiatra del estado, el juez Elpidio Batista Ortiz sentenció a Colón Maldonado a dos cadenas perpetuas, concurrentes entre sí, pero consecutivas a la que ya se le había fijado en Carolina.
Actualmente, Colón Maldonado permanece confinado en una de las cárceles del Departamento de Corrección y Rehabilitación. El Nuevo Día solicitó entrevistarlo, pero Colón Maldonado no accedió. En su última entrevista a un medio de comunicación, en el 2007 con WAPA TV, intentó justificar sus crímenes, aludiendo el tipo de educación que recibió y haciendo referencias de índole religiosas, similar a la carta de 1987. No expresó ninguna señal de arrepentimiento.
Siquiatra forense: “Se logró la intención principal”
Después de estudiar el caso, para López no queda duda de que Colón Maldonado era procesable por los cargos que enfrentó.
Destacó que “buscó a sus víctimas, las acechó, llevó a cabo conductas para atraerlas a lugares donde fuera posible matarlas”.
“Aunque este hombre hizo cosas que eran atroces, inconcebibles para el patrón de nuestra sociedad en general, él sabía que matar era malo, escondía el hecho de que había matado y planeaba y organizaba sistemática y muy cuidadosamente cada uno de los escenarios. Eso es lo que lo convierte en un asesino serial, por lo que, en general, casi todos los asesinos seriales han sido encontrados imputables y han sido juzgados como cualquier otro criminal”, expuso López.
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Del expediente del caso se desprende que en la escena en la casa y en el auto de González López no se encontraron huellas dactilares “de nadie”, lo que el tribunal interpretó como que pudo haberlas borrado.
Según el siquiatra forense, “la sicopatía no es una enfermedad, es un perfil de personalidad. La diferencia entre las enfermedades mentales y los trastornos de personalidad es que en los trastornos de personalidad la persona no pierde el contacto con la realidad, no pierde contacto con las reglas, simplemente las ignora adrede”.
“Luego de terminar este caso, se logró la intención principal, que es identificar y separar estos individuos de nuestra sociedad de manera permanente”, manifestó López, quien por más de dos décadas ha sido perito del Departamento de Justicia de Puerto Rico y de la fiscalía federal en la Isla.
“Si la defensa de la imputabilidad hubiese tenido éxito, no era más que cuestión de tiempo que él matara a más gente. Los estudios indican que los antisociales y los sicópatas no cambian. No hay ningún tratamiento que los cambie, no hay ninguna terapia que los mejore”, afirmó.