

Cuando el pasado mes de julio la Policía de Puerto Rico impidió la actuación de un individuo llamado Tekashi en un evento en San Juan, estuve a punto de escribir sobre la ironía de que unos premios llamados Juventud, invitaran a un sujeto que es cualquier cosa menos joven. Y me refiero a joven en el sentido de una persona que se abre camino, con sus altas y bajas, y que aunque cometa errores, sabe dónde están los límites de la dignidad humana. Antes de escribir esta columna visioné las imágenes del tal Tekashi al llegar a Puerto Rico, y, más recientemente, las de un “concierto” (de alguna forma hay que llamarlo) que acaba de dar en Cuba.
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