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Identificar el caos no es un proceso fácil. El caos llega cuando ya es muy tarde. Que se vaya desmembrando lo conocido, alejando lo hasta hace poco seguro, debilitando las estructuras, agotando las ansias, esos son los pasos que le siguen a la frustración de sentir —irremediablemente encima de uno— lo que nunca se proyectó. Lo que no era posible antes pero ahora sí. El caos que se vino encima.
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