Trabajar por la conservación de las aves puede ser una labor titánica cuando se consideran todas sus amenazas, como la enorme pérdida de hábitat, cacería ilegal, contaminación y efectos climáticos. Esto puede llegar a ser frustrante, sobre todo por la competencia desigual por recursos con la creciente población humana y la subestimación de los problemas.

Se necesita mucha motivación y gran pasión para seguir adelante. Así que es bien importante encontrarse con los colegas que trabajan por los mismos fines. Con este fin, nos reunimos los conservacionistas, educadores y biólogos de aves durante la última semana de julio para celebrar la 22nda. conferencia internacional de BirdsCaribbean, la organización más grande de la región que fomenta la protección y estudio de las aves. De los casi mil voluntarios que participan en estos proyectos, 250 delegados de 34 naciones viajamos a la isla de Guadalupe para presentar los resultados de nuestros proyectos y trazar planes para el futuro.

Lo encomiable de este esfuerzo es la gran disposición de trabajar por un bien común, sin mayores incentivos que ayudar a mantener las aves volando por los cielos, según presentado en nuestro lema “Keeping Caribbean birds aloft”.

Si es cierto que el contacto con la naturaleza hace a los seres humanos más amables y resilientes, pude atestiguarlo en estas actividades, aunque los temas podían ser tan sombríos como la evidente disminución de casi todos los grupos de aves. Disfrutamos y nos inspiramos con el simple acto de observar la biodiversidad en los ecosistemas.

Cada uno intenta ser parte de la solución a los problemas globales, o nos guía el principio de promover cambios claves para hacer del mundo un mejor lugar. Pero siendo parte de esta bandada el trabajo es más ligero y placentero.