Nuestro “Verano Puertorriqueño”
Puerto Rico todavía está en proceso de digerir el significado de las protestas masivas que culminaron con la renuncia del hoy exgobernador Ricardo Rosselló. Las imágenes aún nos imantan: en el Viejo San Juan se dieron cita adultos, niños, envejecientes en silla de ruedas o en andadores despaciosos que marchaban hombro con hombro con milénials y miembros de la Generación Z. Allí se amalgamaron independentistas, estadistas, estado-libristas y a-políticos --en una palabra: puertorriqueños-- que se sentían unidos por una causa más alta, la de liberar al país del yugo de una corrupción que nos arropa hace ya demasiado tiempo. Un río de banderas bailaba al sol o desafiaba la lluvia. Todas, sin excepción, eran la insignia nacional, ya la tricolor vibrante o ya la enlutada por la tristeza del momento histórico.
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