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Obesidad, el gran reto de salud pública en Puerto Rico

27 de julio de 2025 - 11:10 PM

La obesidad dejó de ser una enfermedad silenciosa para convertirse en un problema de salud pública alarmante, cuyas cifras pronostican un panorama catastrófico, si no actuamos con urgencia para modificar hábitos, políticas sanitarias y planes de difusión que generen conciencia entre los puertorriqueños.

La proyección mundial para 2030 indica que la obesidad aumentará en más de 115%. En Puerto Rico, se estima que siete de cada diez personas tienen algún grado de sobrepeso, siendo el grupo de 65 años o más, el más afectado, en un contexto de envejecimiento poblacional, según registra un reciente reportaje de El Nuevo Día.

Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, en inglés), señalan que la isla se ubica en un grupo de estados y territorios estadounidenses con altos porcentajes de sobrepeso, medido por el Índice de Masa Corporal (IMC), que resulta del peso dividido por la altura de la persona. De hecho, veinte estados, más Guam y Puerto Rico, registran prevalencias de obesidad que rondan entre 35% y 40%, un poco menos que el alto porcentaje de obesidad mórbida concentrada en Arkansas, Mississippi y Virginia Occidental.

Nadie desea estar en ese ranking, pues la obesidad está relacionada con enfermedades como la diabetes tipo 2, problemas cardiovasculares (hipertensión, infartos y accidentes cerebrovasculares), ciertos tipos de cáncer (de mama, colon y endometrio) y la enfermedad del hígado graso no alcohólico y la osteoartritis. En 2021, cinco de las principales causas de muerte en Puerto Rico se relacionaron con estas enfermedades, y se registraron 1,570 fallecimientos prematuros vinculados a males no transmisibles asociados a la obesidad.

Si en los adultos mayores es urgente tomar acciones, en la niñez puertorriqueña el problema es igual de grave. La obesidad infantil afecta especialmente a niños y niñas de entre 5 y 11 años, y, tras los encierros por la pandemia, algunos especialistas estiman que la cifra alcanzó a un 50% de esa población. El sedentarismo es aquí un enemigo peligroso, y el aumento en el uso de juegos electrónicos está directamente ligado al incremento del sobrepeso. Resulta penoso observar parques vacíos y plazas públicas desiertas; lo que falta son iniciativas atractivas que inviten a los menores a practicar deportes al aire libre.

Otra problemática que enfrentan los niños vulnerables es el futuro de los programas de alimentación escolar, dado que ya se observan recortes de los fondos federales para financiarlos en 42 estados.

Aplaudimos la iniciativa del gobierno, a través del Departamento de Salud, de impulsar campañas sobre hábitos de alimentación saludable. También valoramos los esfuerzos del sector agrícola para proveer productos frescos en diversos comercios y comedores del país, aunque es necesaria una revisión de los incentivos para ampliar la oferta y sustituir los alimentos importados, muchos de los cuales son ultra procesados y contribuyen al aumento de las tasas de sobrepeso.

La obesidad, más frecuente en los sectores vulnerables, es un problema social que afecta a quienes la padecen, con falta de atención médica, invisibilidad ante las políticas públicas y dificultades para acceder a centros asistenciales.

Los remedios están claros. Hace años que el diagnóstico no ha cambiado y las respuestas, aunque puedan parecer reiterativas, exigen actuar con urgencia. Es fundamental fortalecer la educación de los profesionales de la salud para que puedan promover prácticas preventivas y estilos de vida saludables. La responsabilidad, sin embargo, no debe recaer solo en el gobierno, sino que también debe involucrar al sector privado y a la sociedad civil en la promoción de la lectura de etiquetas e identificación de alimentos con altos niveles de azúcar para descartarlos y procurar opciones más nutritivas.

Bajar y controlar el peso es, paradojalmente, cuesta arriba. Por lo mismo, los incentivos del gobierno, los planes educativos, la pedagogía para cambiar hábitos y la formación de consumidores bien informados constituyen el menú correcto para cambiar la dieta que atenta contra una vida saludable.

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