

La prensa de esta semana reportó una llamativa historia sobre una pastora evangélica de visita en el país y un legislador del Partido Popular Democrático. La pastora es Elsa Magdalena Hayden y el legislador es Albert Torres. Este último, según la nota periodística “…fue señalado de tratar de manera hostil y usar palabras soeces contra sus empleados. Además, se le había señalado de solicitarles dinero. La Comisión de Ética del Senado realizó una investigación y se determinó una reprimenda pública y voto de censura, pero no referirlo al Departamento de Justicia”. El legislador popular Albert Torres, por tanto, fue un beneficiario de máximo nivel de la altísima conciencia en la práctica del “toallazo” exhibida por el máximo liderato del cenital presidente del Senado, el también supra popular José Luis Dalmau, quien de manera superlativa ha redefinido hasta invisibilizar el nepotismo de máxima consanguinidad, e instaurar así de manera suprema la práctica del autotoallazo en la inmaculada dirección de la bajuna Cámara Alta. De más está decir que Torres y Dalmau son de un vampiresco murciélago rojo las dos alas.
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