

Conocí a Roberto Gándara a comienzos del nuevo milenio. Sabía quién era, años antes había visto La gran fiesta y estaba al tanto de que había producido y editado la película. Además conocía la existencia de Zaga Films, la compañía de filmación que dirigió junto a Marcos Zurinaga. De Roberto no sabía mucho más, cuando convocado a una reunión en el Centro de Investigación y Política Pública (CIPP) él sustituyó un rato al convocante del encuentro, que probablemente había quedado atrapado en el tráfico de entrada al Viejo San Juan.
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