Cuando hoy en la mañana se hayan limpiado las calles de la celebración en unos sitios, y del llanto en otras, Puerto Rico estará despertando a un nuevo comienzo. Pero no es el nuevo comienzo del que se ha abusado tanto en eslóganes políticos, sino a uno mucho más profundo y verdadero, cuya primera señal la vimos no en los que ganaron, sino en los desempeños obtenidos por los que metieron el pie con fuerza en la narrativa política puertorriqueña tradicional y la cambiaron, quién sabe si para siempre.
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