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A FALTA DE PAN, QUE COMAN...

Aida Vergne habla del proceso derivación y de los prefijos biz-, bis- y bi-.

23 de mayo de 2015 - 1:00 AM

Las opiniones expresadas en este artículo son únicamente del autor y no reflejan las opiniones y creencias de El Nuevo Día o sus afiliados.

¿Bizcocho? Pasteles, hojaldre o lo que fuera, esta patética frase se le atribuye a María Antonieta, reina de Francia. (Algunos biógrafos, como Zweig, aseguran que no fue ella). Lo cierto es que María Antonieta estaba tan enajenada de la realidad de los pobres que, con o sin frase, el pueblo se rebeló y su cabeza rodó (con otras). ¿Y el bizcocho? Pues ese que usted sopla año tras año también tiene una historia dos veces interesante. Resulta que biz- es un prefijo (junto con las variantes bis- y bi-), es decir, uno o varios sonidos (y letras) que se ponen frente a una palabra para formar otra. El proceso se llama derivación y lo estudia la morfología. Biz-, bis- y bi- nos remiten a la idea de dos, como en bicameral, bilingüe, bisabuelo, bisexual y ¿biz-cocho? No, no son dos bizcochos. Sepa que hay prefijos que, con el tiempo pierden su significado. Y el biz- de bizcocho es uno de ellos. Nos dice Corominas que esta palabra nos llega del latín Bis Coctus con el significado de “cocido dos veces”. Nebrija la recoge como vizcocho, “pan cozido dos vezes”. Hoy bizcocho, (que tiene sus vínculos con salcocho), es ese rico pastel azucarado que no falta en ningún cumpleaños. Algunos también usan la palabra bizcocho como eufemismo de botín. El asunto es que, de tanto repartir el bizcocho, no queda nada que soplar.

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