¡Hola! ¡Yo por aquí...! Ayer hablamos de ambigüedad léxica. Y hoy le voy a contar un chilín de ambigüedad referencial. Estése quietecito y siga leyendo. Nieuwland explica que este tipo de ambigüedad ocurre cuando una persona es incapaz de seleccionar un referente ÚNICO para una expresión, entre múltiples candidatos (referente es más o menos la cosa o persona a la que una palabra o frase nos remite). Su cerebro, al detectar ambigüedad, raudo y veloz, trata de resolverla, por ejemplo, haciendo una inferencia para “evaluar” los distintos candidatos referenciales. ¿Perdido? Pues llanitito, que se supone que los hablantes, cuando hablan, se refieran a “algo”, y los oyentes, cuando oyen, reconozcan a qué se refiere lo dicho. Con ambigüedad nananine. Somos ambiguos sin querer; otras veces nos ponemos “graciocitos”. Ejemplillos: ¿en qué lugar se firmó la Declaración de la Independencia? Pues al final de la página. Y, ¿qué es lo que nunca se puede comer en el desayuno? El almuerzo y la cena... jajaja. Y..., si a 8 personas les tomó 10 horas construir una pared, ¿cuánto tiempo les tomaría a 4? ¡Nada! La pared ya está construida jejejeje. Por último, ¿cómo se tira un huevo en un piso de concreto sin que se rompa? De ninguna manera porque el concreto es muy fuerte. Habría que ver si le tira con un huevo... duro. jajaja ¡Buen día!
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