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CALAMBUR I

La lingüista Aida Vergne habla del origen del Calambur.

3 de enero de 2015 - 1:00 AM

Las opiniones expresadas en este artículo son únicamente del autor y no reflejan las opiniones y creencias de El Nuevo Día o sus afiliados.

La lengua es una caja de sorpresas. Tan es así que usted puede cambiar el significado de una oración, si reagrupa las sílabas de las palabras de otra manera. No se raje. Siga leyendo que le va a gustar y, además, muchos chistes (buenos y mongos) son producto del Calambur. Pero primero al origen: el DRAE nos dice que nos llega del francés calembour. También que, cuando cambiamos de sitio las sílabas, se “(...) altera totalmente el significado de estas”. Hasta nos da un ejemplo: plátano es / plata no es. ¡Ja! Ojalá fueran plata los plátanos. Sepa que hay etimólogos que dicen que Calambur viene del italiano calami (pluma) y burlare (mofarse). Pero venga de donde venga, el Calambur es superdivertido, y requiere dominar la lengua en cuestión. Esa resegmentación de sonidos, dice Luque, es más obvia en lengua oral, pues oímos todo de corridito. Por eso “Matusalén murió por la ley de grave-edad”. ¿Ve la manipulación de los sonidos? Estos juegos de palabras existen en muchas lenguas. El Calambur, pues, distorsiona la realidad usando palabras como o-varios, hacen-dados, con-funda, con-suela, con-fianza y cojo-nudo. Mañana vamos, pues, a analizar algunos ejemplos ¡de la literatura! Lo espero tempranito, con otro sabroso Calambur, que dicho sea de paso no es el del-fin.

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