Esta muerte, que nunca debió ocurrir, solo tendrá el impacto que puede y debe tener si provoca la reforma que tanto urge diseñar e implantar en nuestro sistema de justicia criminal, escribe Zoé Laboy
Esta muerte, que nunca debió ocurrir, solo tendrá el impacto que puede y debe tener si provoca la reforma que tanto urge diseñar e implantar en nuestro sistema de justicia criminal, escribe Zoé Laboy
El dolor o desgracia de otros no provocan felicidad en mí. Sin embargo, escuchar al juez Peter A. Cahill en el caso del asesinato de George Floyd leer la palabra “culpable” en cada uno de los tres cargos criminales contra Derek Chauvin, el expolicía que le provocó la muerte, definitivamente provoca en mí el sentimiento de que se hizo justicia.
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