

En mi columna anterior expuse sucintamente la diferencia conceptual entre crecimiento y desarrollo económico. Culminé afirmando que en Puerto Rico ha existido una gran confusión al utilizar indistintamente ambos términos, particularmente cuando se han puesto en marcha programas y proyectos que han impulsado el incremento en ciertos indicadores macroeconómicos, pero que no necesariamente han resultado en el inicio –o continuación—de un proceso de desarrollo, que se manifiesta en el mejoramiento consecuente en las condiciones de vida de la población. Quizás como consecuencia de ello, a mucha gente le resulta extraño aceptar que el nuestro no es un país desarrollado, sino uno en vías de desarrollo, con todo lo que esto implica.
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