

En ocasiones tengo la sensación de que nuestra sociedad pretende subir al vetusto árbol del que alguna vez bajó. Ese árbol es, para propósitos de este ejercicio, una sociedad jerárquica de unos sobre otros. Y los viejos juicios de odio y desigualdad deberían ser un pájaro prehistórico ante una ecología transformada. Pero no, debemos reconocer el retroceso. Y es que con las recientes determinaciones del Tribunal Supremo Federal podemos establecer claramente que los derechos de las personas LGBTIQ+ están bajo amenaza. Hace falta repensarlo todo.
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