...por más que lo niegue, tiene mandinga. Y es que, además de un griego y un romano, llevamos un africano dentro. Su herencia es evidente en nuestra música, nuestra tradición culinaria y nuestro español. Topónimos como Matamba, en Vega Baja, Jurutungo, en Hato Rey, Angola en Ponce y Colobó y Miñimiñi, en Loíza Aldea, son ejemplos. Las sínsoras, según el Tesoro Lexicográfico del Español de Puerto Rico, se ubica “en el culo del mundo”. Muchos afronegrismos relativos a la flora ya no se conocen, como por ejemplo forrongo, el guineo verde para hacer pasteles, y congo, congo bajito, alto y maricongo, distintas variedades de plátano. Fotoco, mafafo, o malango, son otra variedad de guineo muy grueso al que llaman rompe... usted sabe. En la fauna también tenemos afronegrismos, entre ellos el chango y el gongolí, con sus variantes, gongolón y gongulé. En la tradición culinaria la marifinga es citada en el Tesoro como funche o marota que Malaret la adjudica a un derivado del inglés... “Mary’s Finger”. Marifinga también hacía referencia al alimento que se preparaba cuando la cosa se ponía difícil, como ilustra este refrán jíbaro: “si er suerdo acaba -mestura marifingo- ñame y guayaba”. La terrible changa, en cambio, implica tragedia, cuando decimos que “nos cayó la changa”. Y si, por desgracia, le echaron un changó, tiene un brujo encaramao. ¿Mal de ojo? Fufú, macandá y yacó.Profabocadillos@gmail.com
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