Esta vez, el gobierno compartido puede ser positivo. Bien manejada, la rivalidad política procrea superación. Nuestra historia del siglo XX habla bien de compartir el poder, de acuerdo con Orlando Parga
Esta vez, el gobierno compartido puede ser positivo. Bien manejada, la rivalidad política procrea superación. Nuestra historia del siglo XX habla bien de compartir el poder, de acuerdo con Orlando Parga
A la sombra de los gobernadores Ferré, Romero Barceló, Pedro Rosselló, Fortuño, Ricardo Rosselló–Wanda Vázquez, el gobernador Pedro Pierluisi Urrutia da comienzo al sexto mandato que en cinco décadas el pueblo concede al Partido Nuevo Progresista. Su cuesta está empinada y preñada de abrojos. Hereda un gobierno quebrado, desacreditado y dislocado bajo sindicatura federal; además preside uno de los dos partidos principales con responsabilidad sobre esto que nos sucede. En menos de cuatro años Pierluisi está llamado a enderezar el aparato gubernamental, despertar y diversificar la economía y, en todo el sentido de la palabra, adecentar la administración pública para que el pueblo vuelva a confiar y respetar al gobierno. A la vez, como presidente PNP, le corresponde revivir las raíces con las que en el siglo pasado fundaron un partido con discurso de cambio y reforma.
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