José Gabriel Martínez Borrás
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El sur: la ruta hacia una moneda común entre Argentina y Brasil

Pocos días antes de la más reciente cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), los mandatarios actuales de Brasil y Argentina, Lula da Silva y Alberto Fernández respectivamente, anunciaron el desarrollo de una moneda común entre ambos países.

Llamada el sur, correría inicialmente entre las dos naciones y luego entre otros países de la región. Sería una moneda común y no una moneda única, como el caso del euro en la Unión Europea, y estaría vinculada en valor en algún lugar entre el peso argentino y el real brasileño.

Una nueva arquitectura financiera regional hacia un bloque latinoamericano que se ajuste a los cambios contemporáneos debe ser el Norte (y Sur) de la región, escribe José Gabriel Martínez Borrás. En la foto, el presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva.
Una nueva arquitectura financiera regional hacia un bloque latinoamericano que se ajuste a los cambios contemporáneos debe ser el Norte (y Sur) de la región, escribe José Gabriel Martínez Borrás. En la foto, el presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva. (Agencia EFE)

Ventajas: en primer lugar, con una moneda común, las empresas argentinas y brasileñas no tendrían que preocuparse por comisiones bancarias ante el intercambio de monedas, facilitando el comercio y la inversión.

En segundo lugar, podrán comparar precios competitivos con más facilidad, lo que les dará mayor transparencia cuando los precios se coticen en moneda común.

En tercer lugar, eliminaría incertidumbre ante el tipo de cambio para empresas en el comercio internacional: actualmente brasileños y argentinos convierten sus monedas en dólares estadounidenses, lo que complica el proceso dado que el valor del peso o el real, frente al dólar, está sujeto a cambio.

Sin embargo, la experiencia europea demuestra uno de sus límites: las diferencias en los niveles de desarrollo.

El euro tardó 35 años en ser implementado, lo que implicó políticas de armonización fiscal, laboral, industrial, agrícola, etc. A pesar de ello, no se logró una armonización total, sino que se consolidó una “Europa a dos velocidades”: la unión monetaria fortaleció a Francia y Alemania, mientras que países con industrias menos desarrolladas aumentaron su dependencia de estos, devaluando sus condiciones de vida.

En el caso de una divisa común, Argentina partiría de una posición de desventaja ante Brasil: sin acceso al crédito en mercados internacionales, con escasas reservas de divisas en el Banco Central y con una inflación anual que alcanza 95%.

La inflación podría ser el principal escollo para alcanzar una armonización de ambas economías, ya que el índice de precios del consumidor (IPC) brasileño se sitúa sobre 5.9 con una diferencia con el IPC argentino de casi el 90%.

Los tipos de interés en Argentina se ubican sobre el 75% mientras que los de Brasil se mantienen sobre el 14%. Esta desventaja competitiva argentina es el motivo por el cual Alberto Fernández es consciente de que la viabilidad de la moneda común depende fundamentalmente de la voluntad política brasileña.

Por otro lado, no moverse hacia alguna forma de unión económica futura pudiera perjudicar el desarrollo de los países de la región.

Las divisiones políticas regionales se reflejan en la dolarización de algunas economías latinoamericanas: costosa para países que se vuelven más dependientes, perdiendo su soberanía monetaria (las tasas de interés son impuestas por la Fed desde Estados Unidos), no tienen control sobre los movimientos de capital y se convierten en economías de importación, debido a la destrucción de la producción doméstica.

La crisis argentina del 2001 o la realidad estructural de El Salvador, la cual tiene la necesidad de una migración forzada y dependencia de remesas desde los Estados Unidos, son ejemplos de ello.

Los nuevos acuerdos comerciales y monetarios, por ejemplo, entre los BRICS (Brasil, Rusia, China y Sudáfrica) abren nuevas posibilidades de las cuales Argentina ya ha dicho tiene interés de participar.

Sin duda, una nueva arquitectura financiera regional hacia un bloque latinoamericano que se ajuste a los cambios contemporáneos debe ser el Norte (y Sur) de la región.

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Una moneda común entre Argentina y Brasil: ilusión histórica, por Germán Giraldo Concha

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