En estos días he pensado en el reto que representó pasar la Noche Buena sin la presencia de algunos miembros de mi familia. Pero, definitivamente esta vez su ausencia era justificada. Que no estuvieran a nuestro lado significó que otros seres a quienes también amo no enfrentaron la posibilidad de contagiarse en casa. Y, aunque los síntomas de los que dieron positivo a COVID-19, gracias a Dios, han sido bien leves, no sabemos cómo pudo ser el efecto en otras personas, particularmente los más vulnerables, por sus edades. Por lo tanto, doy gracias por la oportunidad de celebrarlo con todos, unos presencialmente y otros haciendo uso de la tecnología.
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