

Cuando se hicieron públicas las alegaciones contra el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, escribí una columna y dije que debía renunciar. Cuando la fiscal general de Nueva York, Letitia James, anunció los resultados de la investigación que se llevó a cabo con relación a esas alegaciones, escribí y dije que, como nos enseñó el Movimiento #MeToo, hay que creer a las víctimas. Hoy vuelvo a escribir sobre el tema porque la renuncia del gobernador Cuomo, efectiva en dos semanas, es prueba de que ni los poderosos están por encima de la ley.
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