

Aunque hoy día nos resulte casi imposible entender esto, la puertorriqueñidad no siempre fue un constructo tan bien definido como el que existe en nuestro actual imaginario colectivo. A finales del siglo 19 empezaron los primeros pasos en esa dirección con obras como El Aguinaldo Puertorriqueño, El Gíbaro, La Charca, de Manuel Zeno Gandía, El Velorio, de Francisco Oller y la pintura ruralista de Manuel E. Jordán. Sin embargo, no es hasta la famosa Generación del 1930, que la intelectualidad puertorriqueña empuja con fuerza para sentar las bases que definirían finalmente la construcción de nuestra identidad nacional.
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