Aparte de la torpeza moral del hurto de fondos públicos, también concurre la torpeza material de suponer que pueden escapar impunes a un esquema de pillaje tan de aprendices, dice Hiram Sánchez Martínez
Aparte de la torpeza moral del hurto de fondos públicos, también concurre la torpeza material de suponer que pueden escapar impunes a un esquema de pillaje tan de aprendices, dice Hiram Sánchez Martínez
Aún recuerdo las caras de aflicción —o de preocupación, si se es malicioso— que ponían ciertos legisladores al ser entrevistados para los noticiarios de televisión el día que sentencié a diecisiete años de prisión sin probatoria a un representante a la Cámara, del Partido Popular, por cargos de corrupción, utilizando un esquema similar al que se ha alegado que utilizaron los representantes penepés María Milagros Charbonier y Nelson del Valle. La aflicción podía deberse a sentimientos puros de compasión por un compañero caído en desgracia que, independientemente de su identificación partidista, era considerado por todos muy llano, accesible y campechano. O deberse, tal vez, a mera inquietud.
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