Si hubiera manejado su salida del hospital con humildad y arrepentimiento, podía pescar algunos votos de simpatía. Pero Trump va galopando en dirección contraria, dice Roberto Prats
Si hubiera manejado su salida del hospital con humildad y arrepentimiento, podía pescar algunos votos de simpatía. Pero Trump va galopando en dirección contraria, dice Roberto Prats
Cuando salió la noticia del contagio del presidente Trump con el COVID-19, muchos hablaron del karma. En octubre llegó con velocidad de vértigo la tan y siempre esperada sorpresa electoral que puede descarrilar una elección. Analizamos cómo el presidente Trump había sido capturado por el virus que no titubeó en contaminar al hombre más poderoso de los Estados Unidos y una pléyade significativa de sus principales asesores. Todos ellos blancos, poderosos y hasta parecería que van al mismo exclusivo club de golf y beben té orgánico en las tardes. Curiosamente, todos los que parecían desafiar la volatilidad del germen del COVID-19 al no usar mascarillas, ridiculizar el distanciamiento social y minimizar la opinión de la comunidad científica sobre la pandemia que ha terminado con la vida de más de 210,000 norteamericanos y con más de un millón de personas a nivel global.
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