¿El o la sudor? Ambas son igualmente desagradables y como pinta la cosa, el verano nos pondrá a todos a ¿sudar en masculino o en femenino? Pues sucede que los nombres terminados en –or, -oris, eran masculinos en latín clásico, pero al pasar al romance, se reinterpretaron como femeninos. Dice Pons que esa vacilación de género duró hasta los tiempos del español clásico con ejemplos como la dolor, la humor, la sabor, la honor... Algunos de ellos persisten todavía como el/la calor (dependiendo de la variante dialectal). En otras lenguas romances, las soluciones fueron distintas. Por ejemplo, en italiano, nos dice la autora, se conservaron como masculinos dolore, sapore mientras que en francés pasaron a ser femeninos los nombres terminados en –or, -oris: couler, chaleur, saveur. ¿Pero por qué este cambio de género? Especialistas en lingüística histórica, como Penny y otros, sugieren que el cambio se produjo por analogía con el sufijo femenino –ura, que cumplía una función similar. Lo anterior, nos dice Pons, podría explicar por qué tenemos parejas de masculino y femenino como el amarg-or/la amarg-ura; el dulz-or/la dulz/ura; el verd-or/la verd-ura. Esta autora añade que hasta el siglo 13 el género femenino fue mucho más común en estos casos, pero ya para el 15, ambas formas convivían felizmente. ¿Y el sudor/la sudor? Ay mire, masculino o femenino, no salga de su casa sin ponerse desodorante. Profabocadillos@gmail.com
Se adhiere a los criterios de The Trust Project