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prima:Las disputas por esas túnicas negras

Hiram Sánchez Martínez indica que, en este momento del trumpismo, se buscarán jueces que sean sus aliados en el conservadurismo y la regresión a las interpretaciones judiciales de los derechos según existían en tiempos pasados

19 de septiembre de 2020 - 5:09 PM

Las opiniones expresadas en este artículo son únicamente del autor y no reflejan las opiniones y creencias de El Nuevo Día o sus afiliados.
People gather under a mural of Supreme Court Justice Ruth Bader Ginsburg in the U Street neighborhood in Washington, Friday, Sept. 18, 2020, after the announcement that Ginsburg died of metastatic pancreatic cancer at age 87. (AP Photo/Pablo Martinez Monsivais) (Pablo Martinez Monsivais)

La muerte ha vuelto a rondar la Corte Suprema de Estados Unidos, esta vez para reclamar a Ruth Bader Ginsburg, una erudita y liberal que desde antes de llegar al estrado venía luchando decididamente a favor de los derechos de la mujer en una sociedad inherentemente desigual y muchas veces machista. Su muerte ha desatado el debate político de siempre porque, al fin y al cabo, los nombramientos de los jueces del Tribunal Supremo son nombramientos basados en fundamentos ideológicos y políticos de quienes los hacen. Y que no se asombre nadie con esta afirmación porque así ha sido toda la vida y así continuará siendo. Mientras la Constitución diga lo que dice y los políticos no varíen su entendimiento sobre la función judicial del más alto tribunal, se seguirán haciendo las cosas del mismo modo.

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