

El cuatrienio 2017-2020 fue sumamente complejo en términos políticos y gubernamentales. Se trató de un periodo que puso a prueba la fortaleza del Partido Nuevo Progresista (PNP). La colectividad tenía la difícil tarea de arreglar el desastre fiscal que había dejado el Partido Popular Democrático (PPD) y luchar contra una Junta de Supervisión Fiscal que nos impuso el Congreso, amparado en los poderes que tiene sobre Puerto Rico porque somos una colonia. Además, hubo que lidiar con los estragos del huracán María, la crisis política de 2019, los terremotos en el sur del país y la pandemia del COVID-19, a partir de marzo de 2020. Como si esto fuera poco, en el PNP se produjo una primaria para determinar la candidatura a la gobernación.
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