

Donald J. Trump no es una persona racional, sensata, estable, normal, responsable como quisiéramos pensar debe ser cualquier candidato que supera el filtro democrático para alcanzar la presidencia de los Estados Unidos de América. Trágicamente, es todo lo contrario. Cuando Mr. Trump se introdujo de joven al mundo social, financiero, empresarial, y posteriormente, como figura cotizada de la televisión, sus actos y decisiones únicamente impactaron el interés económico privado del que interactuaba. Ahora, desde Casa Blanca, todo lo que piensa, dice o decide nos concierne y afecta a todos. Hasta la debilidad física, humana, de caer enfermo e incapacitarse tiene impacto significativo en la vida de los ciudadanos que el presidente gobierna, y en el caso de Estados Unidos, hacia el mundo entero.
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