Y Lázaro, ¿andó o anduvo? Todos sabemos el chiste del pobre cura y el feligrés atrevido. ¿Pero cuál es la gracia? Andar es IRREGULAR y no sigue el paradigma de la conjugación. El pretérito perfecto de andar de la tercera persona singular, es decir, del pobre Lázaro, es anduvo y no andó. Nos equivocamos con frecuencia por la fuerza de la analogía. Si de cantar digo cantó, si de comer digo comió, pues de andar voy a decir... ¿anduvo? ¡Oh Dios! ¿Por qué anduvo si es tan natural decir andó? Mire, póngase las tenis, traiga su rosario y venga conmigo a andar por esos caminos de la lingüística histórica, a ver si hallamos la razón de esta “tragedia”. Resulta que el pasado de andar, estar y tener, usaban el mismo modelo del verbo haber. Penny nos cuenta que en el castellano medieval hube era ove. La trayectoria fue algo así como /aubi/ > ove > hube, en español moderno. Andar, por analogía con haber, derivó en formas como estove, tove y andove, (posteriormente anduve). También convivían andude y andide. El cuento es que en esa travesía hacia al español, muchos verbos sustituyeron sus conjugaciones irregulares por las regulares. Pero, los verbos más usados, como tener, estar y andar se quedaron con las formas irregulares de haber: tuve, estuve y anduve. Ya usted ve, se hace lengua al andar. ¿Prevalecerá anduve? Lo dude (upps, perdón, lo dudo).
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