

Repasemos lo evidente antes de entrar en el meollo. Sí, los puertorriqueños y las puertorriqueñas tienen la ciudadanía estadounidense desde el 1917, por lo tanto somos ciudadanos americanos bajo esa elemental premisa. Sí, contrario a los migrantes de países latinoamericanos con los que compartimos además de la patria de la lengua, afinidades culturales, conciencia regional y experiencias históricas que nos hermanan, entramos a los Estados Unidos con pasaporte azul y sin pasar por la experiencia traumática y violenta que es el acceso “sin papeles” a dicho país. Sí, dejándonos llevar por este dato concreto, que no es para nada pequeño, es ilógico llamarnos migrantes. Aun así, valdría la pena considerar el cuadro completo.
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