No lo voy a regañar ni nada que se parezca (como hacen otros con tal de humillar a sus semejantes; es una pena). Regresando a los puntos, no los de sutura que necesitarían en la boca los que humillan, sino a los de las íes, estos son usados en una popular expresión para significar que queremos dejar algo bien claro. Soca añade más cuando asegura que la frase carga: “(...) dureza...”. Es decir que no solo se ponen los puntos donde van, sino también a la gente en su sitio. Pero vamos por puntos… Poner los puntos sobre las íes tiene su origen en Europa, producto, como casi todo en la vida, de una minúscula, pero afortunada confusión: “era común que dos íes juntas se confundieran con una u”, dice Soca. Para resolver el problemita hasta cierto punto, algunos copistas las tildaron... pero otros cambiaron las tildes por puntos... Los primeros se molestaron y los segundos, para prevalecer, tuvieron que llegar al punto de “ponerle los puntos sobre las íes” a sus contrapartes. Ahí está la historia: no solo lleva un punto la i, sino que nació una frase, y de vez en cuando hay que ponerle los puntos sobre las íes a dos o tres, para ponerle punto final a algún asunto, o para que prevalezca algún punto de vista. ¿Ve el punto?
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