

Admitidas las limitaciones, los defectos y errores de nuestra historia colonial, la sociedad puertorriqueña brilla a la hora de ir a votar; nos guste o no el resultado final, cuando se nos convoca a votar respondemos con ejemplar compromiso democrático. En otras jurisdicciones de Estados Unidos – cuna de la democracia moderna – el derecho a votar para constituir gobierno se ejerce con menos pasión que en la nuestra; el porcentaje de participación varía por regiones, pero nunca alcanza los niveles acostumbrados a Puerto Rico. En otros países de nuestro entorno caribeño y latinoamericano la validez del sufragio electoral se ha visto en precariedad o dado a la sombra de regímenes dictatoriales. En suma… a la hora de votar y contar los votos, ¡Puerto Rico en verdad es rico!
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