Al decirnos que él es “lo mejor que le ha pasado a Puerto Rico”. Vamos a explicarlo. Esas declaraciones forman parte de una estrategia de la campaña de reelección presidencial porque – ¡asómbrese! – los puertorriqueños que por ser colonia no votamos por el presidente que puede enviarnos el hijo a la guerra, ahora por virtud del voto que ejercen nuestros parientes que se mudaron a los estados continentales del norte, particularmente en el crucial estado de Florida, tenemos peso electoral suficiente como para decidir si en 2021 Míster Trump se queda o se va de Casa Blanca. Para persuadirlos, los estrategas políticos del asediado presidente sacan los $24.3 mil millones de rehabilitación de infraestructura por el desastre de María que durante los pasados tres años la Administración Trump retuvo enmarañados en maldad burocrática… una multimillonaria manipulación provocada porque, precisamente esta semana, el aspirante presidencial Joe Biden se reunió con los boricuas de Florida ofreciéndoles “villas y castillos” a Puerto Rico y hasta convirtiéndose en el primer candidato demócrata comprometido con la admisión de la isla como estado de la Unión.