

De niño, escuchaba a los mayores referirse a alguien como “botarate” cuando gastaba todo lo que tenía y mucho más, es decir, malgastaba el dinero que tenía a su alcance y andaba siempre “pelao” y endeudado a pesar de tener ingresos suficientes para no estarlo. Era, en otras palabras, una persona poco confiable porque no tenía buenos hábitos de ahorro y no manejaba su presupuesto con sensatez. Gastaba su dinero en cosas superfluas e innecesarias pero que le aseguraban cierto bienestar fingido ante el éxito de un vecino con carro nuevo, televisor grande o ropa de última moda. Algunos no sabían manejar la situación y terminaban en la quiebra o, lamentablemente, guindados de la solera de la casa.
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