Descubrir. Interesante este verbito, y más un día como hoy, ¿no le parece? Pero a lo nuestro, a ver si descubrimos algo. Usted sabe que hay un grupo de verbos que tienen un pasado irregular (¡jaja, qué ironía!), como descubrir, que tiene una forma distinta a la que sería su conjugación “natural”, descubrido. Estos pasados irregulares nos hacen la vida de cuadritos porque los tenemos que memorizar, a diferencia de los regulares (que salen de nuestra boca sin esfuerzo). Entonces, ¿de dónde salen estos verbos granujas que nos ponen a patinar? Pues del latín, así los heredamos, nos explica Penny, y así los hemos mantenido... “a la trágala”, le digo yo. ¿No me cree? Mire, hay evidencia escrita en la lengua medieval y en la clásica del uso de muchos pasados irregulares en su forma regular. A pesar de las sanciones, descubrido, abrido, cubrido y rompido siguen saliendo de boca de grandes y chicos. ¿Y qué se descubre de esto? Pues que los hablantes (todos) tendemos a regularizar lo irregular. El detalle es que como los pobres no han pasado a los “registros formales”, la irreal nos dice que los evitemos como a la peste, a pesar de su linda naturalidad. Por eso es que los niños de todo el mundo hispánico en sus primeros años de adquisición de su lengua usan la forma regular (descubrido, etc.). Dicho todo lo anterior, ¿América fue descubrida o descubierta? Jajaja, mire, María Moliner, en su maravilloso Diccionario de Uso del español, nos dice que descubrir es “hacer aparecer una cosa, quitando lo que la cubre”. ¿Entonces? No fuimos ni descubridos ni descubiertos. ¿Sorprendido, o sorprendierto?
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