Sin civismo no hay país. Debemos de comenzar por ahí. De lo contrario mis hijas seguirán diciendo que lo mejor de la isla es el placer que brinda el paladar borincano, escribe Walter Feshold Rodríguez
Sin civismo no hay país. Debemos de comenzar por ahí. De lo contrario mis hijas seguirán diciendo que lo mejor de la isla es el placer que brinda el paladar borincano, escribe Walter Feshold Rodríguez
De acuerdo con las estadísticas, mi esposa y nuestras dos hijas somos parte de esa oleada de migrantes que se han mudado a los Estados Unidos durante los últimos seis años. Siendo ambos maestros, aprovechamos los veranos para visitar la familia y disfrutar de la isla. Cada año que pasa, la vacación isleña se torna más costosa y menos placentera.
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